El denominado triángulo de oro de Islandia está formado por tres lugares muy característicos de Islandia:
- Geysir: El famoso geiser de Islandia que da nombre a todos los geisers del mundo. Por supuesto, no hace falta decir que es una visita absolutamente obligatoria.
- Gullfoss: Una de las cataratas más impresionantes de Islandia, pero no es ni la mayor ni la más bonita. Personalmente opino que si bien es una visita imprescindible, esta catarata tiene más marketing que otra cosa.
- Thingvellir (Þhingvellir): Es un parque nacional que tiene unas cuantas rutas senderistas y varios lugares históricos. Si te interesa la historia de Islandia puede ser un lugar imprescindible, pero creo que hay muchos lugares en Islandia con senderos más interesantes y sitios que además de la parte histórica aportan un valor añadido adicional.
Nosotros visitamos en este penúltimo día de viaje por Islandia solo Geysir y Gullfoss, ya que debido a la ruta que seguíamos y que terminaría el día siguiente en el aeropuerto de Keflavik, nos convenía más dejar para el día siguiente Thingvellir. Normalmente se habla de «El triángulo de oro» porque son tres lugares relativamente cercanos y accesibles en un viaje de un día desde la capital Reikiavik. Muchas empresas turísticas de la capital ofrecen esta excursión y muchos turistas es lo primero (y a veces lo único) que conocen de Islandia. Por ello, son lugares extremadamente turísticos dónde encontrarás más gente que en cualquier otro sitio del país.
Resaca islandesa
Tras la celebración del cumpleaños de Aída, amanecimos de manera bastante perezosa y resacosa. Nuria y yo fuimos los únicos del grupo que nos dimos un baño en la poza esa mañana, el resto prefirió seguir durmiendo. Por todo esto el día empezó con bastante retraso, aunque tampoco era algo demasiado importante ya que estos últimos días en previsión de posibles retrasos habíamos «descargado» bastante la agenda.
De hecho, como el camino hasta Gullfoss, nuestro primer destino, era un poco largo, algunos prefirieron quedarse durmiendo un rato extra, tanto durante el trayecto como durante la visita a las cataratas.
Las cataratas en sí mismo son bastante espectaculares, no las que más, pero sí son interesantes. El acceso es el más cuidado de todas las cataratas de Islandia, con pasarelas y miradores. También hay un bar o restaurante, baños y una gran zona de aparcamiento.
Tras esta visita, en la que estaríamos cerca de una hora, volvimos a movernos para ir hasta Geysir. La catarata de Gullfoss y Geysir son dos lugares muy cercanos por lo que en unos minutos hubiéramos llegado si no hubiéramos tenido un problema. En Islandia, fuera de la capital, hay muy pocos sitios dónde haya suficiente tráfico como para que hayan tenido que regularlo mediante badenes. Pues uno de estos escasos sitios es la carretera que une Gullfoss y Geysir y, pese a ir realmente despacio, uno de estos badenes hizo que el pobre Jorge saltara en su cama y se golpeara en un brazo, además de que se rompió una pequeña madera embellecedora por la que nos cobraron 240 euros de multa.
Un geysir, un crater y un espectáculo
Los alrededores de geysir son la zona más turistificada de Islandia, lo cual es lógico, dado el interés de este punto en concreto. La zona cuenta con todo tipo de servicios, desde restaurantes hasta hoteles, igual que ocurriría si este lugar estuviera en cualquier lugar de Europa. Eso es algo que a mi me llamó poderosamente la atención en todo el país, ya que algunos sitios como el lago Myvatn o Godafoss, si estuvieran en cualquier otro país europeo serían hiper-explotadas turísticamente. Eso es algo que me gusta de Islandia.
Sobre el geiser en sí mismo poco hay que contar que no se sepa. Es un espectáculo que hay que ver al menos una vez en la vida. Ver como el agua tranquila se condensa poco a poco y de pronto baja el volumen, vuelve a crecer y se forma un ojo de color azul que de pronto explota en un chorro de más de 10 metros de agua caliente. Lo que sí querría comentar es que cuando nosotros fuimos no había que pagar nada, pero estaba todo preparado y estructurado para cobrar una entrada. De hecho, unos meses antes había habido una polémica porque el gobierno quería cobrar entrada para diversos lugares como Geysir o Kerid.
Tras algo más de una hora visitando Geysir (en realidad disfrutando de Strokkur, ya que Geysir no funciona), comimos y nos fuimos hacia Hveragerdi. De paso paramos en Kerid, un pequeño crater volcánico que no nos sorprendió nada, ya que era la versión en miniatura del viti. Desde luego, si finalmente se confirma que se debe pagar para acceder al Kerid, mi opinión es que no vale la pena.
Hveragerdi es conocida como la ciudad de las fuentes termales por la cantidad de fuentes de agua caliente que hay. Nos costó un poco llegar al punto dónde se inicia el sendero de Reykjadalur porque el punto GPS estaba mal situado, pero preguntando nos redirigieron muy bien.
Cuando llegamos aparcamos justo antes de cruzar el río y nos preparamos para un trekking de unos 4 kilómetros que nos llevaría hasta un río de agua caliente dónde darnos un baño. Finalmente el trekking solo lo hicimos Nuria, Roman y yo y aunque el objetivo era ver el sitio dónde el agua del río baja caliente y uno se puede bañar, nuestra sorpresa fue darnos cuenta de que lo realmente alucinante era el propio trayecto del sendero. Se trata de la ruta senderista más alucinante que he hecho en mi vida, no por el camino, sino por lo que se ve durante dicho camino. Se pueden ver algunos lugares totalmente marcianos, con charcos de agua de colores, barro en ebullición, etc, culminando con un pequeño riachuelo de unos pocos metros de anchura serpenteando entre montañas. Ese riachuelo, al cabo de unos kilómetros río arriba, empieza a lanzar vapor por el contacto del agua caliente y el agua fría. En esa zona, nos quitamos la ropa y nos metimos en el río. Estábamos completamente solos, aunque durante el trekking nos habíamos cruzado con 3 o 4 personas, pero ya era bastante tarde, por lo que la gente que había venido hasta aquí ya estaba de vuelta.
Dormir en cualquier sitio
Cuando regresamos del sendero de Reykjadalur, tras lavarnos y asearnos tuvimos que decidir dónde dormir. Una opción era quedarnos allí mismo, en la entrada del sendero de Reykjadalur, pero aquello son las afueras de una ciudad y no nos apetecía que nos llamaran la atención por estar allí aparcados (aunque, la verdad, es que no había ninguna señal que lo prohibiera). Así que finalmente pensamos que lo más interesante sería movernos un poco al sur hasta un poco conocido túnel de lava que hay junto a una carretera y que tiene un pequeño parking.
Llegamos ya casi de noche y no nos dio tiempo a visitar la cueva, lo dejamos para el día siguiente…
El miedo es libre, pero esto no se trata de lo valiente que seas. Las irresponsabilidades que pueden terminar en rescate con dinero público y con que otras personas puedan arriesgar sus propias vidas para rescatar a otros de sus locuras, no deberían ser gratis.
Por otro lado, soy autocaravanista desde hace más de una década y, aparte de que ir en la cama durmiendo mientras se circula está totalmente prohibido y es peligroso en caso de accidente, para pasar un badén y que alguien se golpeé en un brazo de tal forma que sea merecedor de mención, de ir despacio, nada de nada. Igual despacio para un todoterreno si, pero es evidente que era una velocidad excesiva para una Autocaravana.
Saludos.