Podríamos decir que la jornada del 24 de abril ganamos un día a cambio de saltarnos las excursiones hacía los fiordos del este. Recorrimos los fiordos del este, sí, pero no recorrimos ninguno. En cambio realizamos un trayecto de más de 400 km ese día y terminamos la jornada cerca de Höfn, en el sur de la isla. Pero vayamos por partes.

Aunque ahora en la foto parezca una catarata bastante espectacular, Ytri es una más entre tantas cataratas en Islandia y tanto es así que algunos miembros del grupo prefirieron quedarse dentro de la autocaravana.
Aunque ahora en la foto parezca una catarata bastante espectacular, Ytri es una más entre tantas cataratas en Islandia y tanto es así que algunos miembros del grupo prefirieron quedarse dentro de la autocaravana.

Camino de Hengifoss

Por la mañana temprano algunos miembros del grupo aprovecharon para darse un nuevo chapuzón en las excelentes instalaciones de Salardalur en las que habíamos pernoctado. Tras el desayuno, con más sueño que otra cosa, especialmente los que se fueron de fiesta la noche anterior, emprendimos el camino de regreso hacía la Ring Road. Pasamos cerca de una hora conduciendo por la 85 y la Ring Road hasta que llegamos a nuestra primera parada, la catarata Ytri-Rjúkandi, una cascada menor en la que aprovechamos para relajarnos un rato.

Al llegar a Fljótsdalshérad era momento de tomar decisiones. Este pequeño pueblo está en un punto estratégico para conocer la zona. Al nordoeste tiene la zona de la que venimos; al nordeste tiene la carretera 94 que termina en Borgarfjörður Eystri de dónde he leído muy buenas críticas; al este tiene Seydisfjordur, el fiordo de las cataratas, conocido por el gran número de estas que se pueden encontrar a su paso; al sur, atravesando algunos fiordos encantadores se encuentra el camino a los grandes glaciares; y al sudoeste está el lago Lagarfljot, las cascada Hengifoss y una de las principales entradas al centro de Islandia. De hecho, en la planificación original la idea era dormir cerca de aquí tras visitar los atractivos de la zona.

La subida a Fardagafoss se hacía por nieve pura recién caída y con una buena inclinación.
La subida a Fardagafoss se hacía por nieve pura recién caída y con una buena inclinación.

Finalmente, debido al cansancio acumulado del día anterior, decidimos dejar los fiordos de lado. Visitamos solo la catarata de Fardagafoss, al inicio de Seydisfjordur e inmediatamente dimos media vuelta para emprender el camino hacía Hengifoss, la tercera catarata más grande de Islandia y una de las imperdibles si te pilla cerca. Una curiosidad en Fadagafoss fue que debido a que hacía un buen día soleado, Nuria en vez de continuar con el resto del grupo hasta la catarata, se quedó en el camino tumbada al sol (con abrigo, eso sí, que una cosa es que saliera el sol y otra que hiciera calor). Cuando regresamos no la vimos y pensamos que habría regresado a la autocaravana, pero llegamos y no estaba. Me tocó subir de nuevo a buscarla. Resultó que se había dormido y no nos escuchó cuando pasamos por allí y además se había dormido muy bien camuflada entre dos rocas, con lo que me costó un rato y un susto encontrarla.

Las vistas desde arriba eran bastante espectaculares.
Las vistas desde arriba eran bastante espectaculares.
Paso a paso íbamos ascendiendo a paisajes cada vez más espectaculares. Dejábamos abajo la autocaravana, el lago y las carreteras.
Paso a paso íbamos ascendiendo a paisajes cada vez más espectaculares. Dejábamos abajo la autocaravana, el lago y las carreteras.

Hengifoss

Cuando llegamos a Hengifoss ya era la hora de comer, íbamos bastante retrasados a pesar de no haber recorrido ningún fiordo. El paisaje boscoso conforme vas llegando al lago Lagarfljot nos había cautivado y habíamos aminorado el ritmo. La bajada final, con el lago al fondo, algunos árboles grandes en la carretera (¡que gusto ver árboles!) y el día soleado me gustaron bastante. El puente sobre el lago es también bastante espectacular. En definitiva es un lugar al que vale la pena ir aunque suponga realizar un camino de ida y vuelta de unas decenas de kilómetros. Por cierto, que el entorno invita a pasar la noche allí, no lo dudéis si estáis planificando un viaje y no sabéis dónde quedaros.

Tampoco Litlanesfoss hubiera merecido tanta atención si no fuera por su hermana mayor y por los espectaculares paisajes de esta zona.
Tampoco Litlanesfoss hubiera merecido tanta atención si no fuera por su hermana mayor y por los espectaculares paisajes de esta zona.

Antes de realizar la excursión a Hengifoss, aparcamos la autocaravana en el parking de las cataratas, justo abajo de una empinada montaña, y comimos. Solo nos animamos a hacer la excursión Jorge y yo; el resto se quedó durmiendo en “casa”. La subida inicial es bastante durilla por la inclinación y por la gran cantidad de barro que hay. El camino está muy bien marcado y es imposible perderse al menos hasta la primera catarata, Litlanesfoss, la más pequeña de las dos. Luego hay algún tramo un poco más complicado y peor marcado, pero al estar dentro de un cañón la intuición hace fácil orientarse. El entorno es espectacular. Aunque no sea la mayor de las cataratas de Islandia, se trata de una de las zonas más impresionantes en las que estuvimos y uno de los trekkings más técnicos y divertidos. En total estuvimos unas tres horas subiendo y bajando (el camino de ida es casi todo de subida y el de regreso es de bajada ya que hay que volver por el mismo sitio).

Tras hora y media de sendero ya podíamos distinguir al fondo la catarata de Hengifoss, pero aún quedaría un buen trecho (en peor estado) para llegar hasta ella.
Tras hora y media de sendero ya podíamos distinguir al fondo la catarata de Hengifoss, pero aún quedaría un buen trecho (en peor estado) para llegar hasta ella.

La larga marcha

Tras nuestra pequeña aventura en Hengifoss teníamos que decidir qué hacer, dónde ir a pernoctar. Habían diversas opciones, desde quedarnos por esta zona, hasta lanzarnos directamente al sur. Yo era partidario de un término medio, de quedarnos a medio camino entre esto y el sur, pero había algunos que ya querían cambiar de paisajes y les apetecía parar en más cataratas. Así que, a pesar del a hora que era, a pesar del parte meteorológico adverso, a pesar de los muchos kilómetros que faltaban y a pesar de lo cansados que estábamos, decidimos bajarnos al sur directamente.

Teníamos dos opciones para bajar al sur. La fácil y larga que era tomar las carretera 92 y 96 que van por los fiordos y enlazan con la 1 (que además es una ruta recomendada por sus paisajes) o la difícil y corta que era tomar la carretera 1 y atajar por la 939 (que tenía zonas de color blanco en el parte meteorológico). Adivináis cual elegimos, ¿verdad? Pues sí, el tramo por la 939 que era el que más respeto me daba estaba marcado en verde en el parte y me dio confianza, mientras que un tramo por Ring Road que está sin asfaltar era el único que durante una decena de kilómetros lo marcaban en blanco (nieve en la carretera). Así que tomamos otra loca decisión que nos salió bien y que dejó otro vídeo para la posteridad.

La carretera 1 es bastante complicada es ese tramo sin asfaltar que tiene. Recomiendo evitarla si ha nevado o el parte meteorológico es desfavorable para quienes nunca hayan conducido en condiciones extremas (se puede evitar rodeando los fiordos por la 92 y 96). La carretera 939 en verano y sin nieve tampoco es problemática como podéis ver en este vídeo (no es nuestro), pero puede ser difícil en pleno invierno.

Jorge bebiendo agua pura frente a la gran catarata de Hengifoss tras un gran trekking.
Jorge bebiendo agua pura frente a la gran catarata de Hengifoss tras un gran trekking.

Noche en la carretera

Finalmente, llegamos a nuestro destino pasadas las 10 de la noche. Habíamos encontrado una reseña en un blog de unas termas privadas cerca de Höfn, en la población de Hoffel. Un lugar poco conocido por los extranjeros y que había llegado a oídos de la autora del post gracias al boca a boca. Sin embargo, cuando llegamos, ilusionados con ducharnos y pasar un buen rato en el agua caliente, nos encontramos con que el dueño del lugar nos dijo que iba a cerrar ya y que no podíamos quedarnos a dormir en el parking de su negocio. Tratamos de negociarlo un poco, pero fue imposible. Acabamos de cenar allí, ya que habíamos empezado a cocinar y movimos la autocaravana 1000 metros hasta un lateral de la carretera bastante llano y dónde creímos que no molestaríamos a nadie. Nos dormimos, eso sí, decididos a regresar a la mañana siguiente.

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