Recomendaría a todo el mundo que pasara una noche al lado de la laguna Jokulsarlon, aunque tuviera que ser en tienda de campaña.
Recomendaría a todo el mundo que pasara una noche al lado de la laguna Jokulsarlon, aunque tuviera que ser en tienda de campaña.

Un viaje de aventura es un viaje de aventura, aunque sea en una pequeña escala. Tras haber visto el atardecer en la espectacular laguna Jokulsarlon dormimos como niños hasta el punto que se nos pasó la hora y no pudimos disfrutar del amanecer. ¡Lástima! Pero así tenemos un motivo más para volver. Eso sí, aunque el sol ya había salido hacía rato, las vistas desde la autocaravana desayunando fueron impresionantes. Creo que es el mejor lugar en el que hemos desayunado junto a aquella vez en el tren lunático viendo cebras, ñus y jirafas en libertad.

Tras el desayuno salimos a ver la laguna a plena luz. La tarde anterior llegamos ya muy justos de tiempo y solo pudimos disfrutar del atardecer, ahora con tanta luz el hielo se veía diferente. Lo que ya no vimos fue a las focas del día anterior que debían estar pescando en el mar. Volvimos a la playa dónde nos subimos en algunos de los trozos de hielo encallados en la arena y nos hicimos algunas fotos. Pero nos quedamos con ganas de más, ese iba a ser el día de subirse a los icebergs en Islandia.

Desayuno con vistas. Era temporada baja y éramos 5 autocaravanas aparcadas, en verano puede haber overbooking y quizás sea interesante ir a la otra laguna glaciar.
Desayuno con vistas. Era temporada baja y éramos 5 autocaravanas aparcadas, en verano puede haber overbooking y quizás sea interesante ir a la otra laguna glaciar.
Icebergs en la playa de Islandia
Los icebergs provienen del glaciar y terminan en la playa deshaciéndose poco a poco como azucarillos.

Los icebergs flotan a su libre albedrío

Pensar en un glaciar es pensar en hielo y en colores blancos y azulados. Si bien en los alrededores de de la laguna Jokulsarlon el hielo se une con la tierra y se pueden empezar a apreciar los contrastes con el marrón y los tonos ocres, basta con fijar la mirada en dirección norte hacía el gran glaciar Vatnajökull para darnos cuenta de la inmensidad de dicho reino de hielo. No hace falta decir que esta zona será una auténtica pasada para todos los amantes de la fotografía, que podrán tomar imágenes que harían dudar a cualquiera acerca de si eso es una foto de Europa o de la Antártida.

Nuestro primer destino sería Fjallsárlón, otra laguna glaciar cercana, más pequeña, menos conocida y por ello más solitaria. Tan solitaria como que cuando llegamos sólo había un coche y al poco rato nos dejó solos. Básicamente Fjallsárlón es igual que Jokulsarlon pero un poco más pequeña y supongo que en temporada alta cuando Jokulsarlon esté a tope, será una mejor opción para aparcar la autocaravana y pasar la noche con vistas al glaciar Vatnajökull.

El puente pertenece a la carretera Ring Road, al fondo está la laguna Jokulsarlon y la foto está tomada desde la playa.
El puente pertenece a la carretera Ring Road, al fondo está la laguna Jokulsarlon y la foto está tomada desde la playa.

Nuestra experiencia encima de los icebergs islandeses ocurrió cuando paseábamos tranquilamente alrededor de la laguna repleta de pequeños icebergs desprendidos del frente del glaciar. A alguien (creo que a Nuria) se le ocurrió que sería una gran idea tener una foto encima de un pedazo de hielo flotante. Dicho y hecho, sin tiempo a reaccionar, Nuria empezó a probar la flotabilidad de un pequeño iceberg a medio metro de la orilla. Con un poco de ayuda consiguió subirse encima y demostrar que era estable, lo suficientemente estable como para saltar sobre él para la foto.

Pero había que ir más allá. Entonces fue cuando surgió la idea de que podríamos ir saltando de iceberg en iceberg hasta llegar a uno bien grande y hacernos allí la foto. Román fue el encargado de probar esta idea de bombero, inspirada sin duda por una sobredosis en la infancia de juegos de plataformas. Eligió como primer iceberg en su camino uno de unos tres metros de diámetro que se encontraba a un par de metros de la orilla. Para llegar hasta él todos ayudamos creando una pasarela con piedras que se encontraban en el propio lago (para hacer un caminito de esos típicos que hacen para cruzar los ríos a base de pasar de piedra en piedra). El inventó funcionó perfectamente y Román pudo acceder al iceberg y subirse en él sin muchos problemas. Detrás de él fue Jorge a intentar subir, pero cuando puso un pie sobre el iceberg, el bloque de hielo se tambaleó, se escuchó un sonido similar a cuando lanzas un cubito en una coca-cola y vimos cómo el iceberg, que a punto estuvo de darse la vuelta con Román encima, dejaba de tocar fondo y se alejaba unos metros de la costa ante el asombro de todos, especialmente de quién estaba sobre él y veía que tendría que salir de allí nadando a cero grados.

No llegó la sangre al río. El iceberg se detuvo y Jorge consiguió un palet (que nadie me pregunte que hacía allí) y con esto y un montón de piedras más conseguimos rescatar a Román que salió ileso y seco. He de decir en nuestra defensa que teníamos un plan B que era ir hasta la autocaravana y traer la cuerda de remolque que nos habían dejado los amigos de McRent y que jamás se hubieran podido imaginar que se fuera a usar para remolcar un iceberg.

Momento del rescate. La intención era llegar a uno de esos icebergs grandes que se ven más al fondo.
Momento del rescate. La intención era llegar a uno de esos icebergs grandes que se ven más al fondo.

El parque nacional Skaftafell

Catarata Svartifoss. Ni nos acercamos a ella, había sobrecarga de cataratas y eso que a mi me encantan.
Catarata Svartifoss. Ni nos acercamos a ella, había sobrecarga de cataratas y eso que a mi me encantan.

Tras el incidente en la laguna, nos dirigimos al parque nacional Skaftafell dónde comimos y realizamos la ruta senderista que te lleva primero hasta la famosa catarata Svartifoss y luego sube hasta lo alto de la montaña para tener unas vistas impresionantes del valle glaciar. Sinceramente, tras haber visto tantísimas cataratas, me gustó mucho más las vistas y la paz que encontramos en lo alto del monte que la propia catarata por muy fotogénica que resulte.

En el parque nacional Skaftafell hay varias rutas posibles y ninguna de ellas es realmente demasiado exigente (nada comparable con Glymur) por lo que mi recomendación es elegir una de las que suba hasta arriba pasando por la catarata de Svartifoss. Eso sí, aquí hay que olvidarse de eso de estar solos. La soledad que nos acompañó por todo el norte de Islandia se empezó a difuminar en la laguna Jokulsarlon y dio el último coletazo en Skaftafell. El sur de Islandia es diferente, es la zona más turística, de hecho, a veces es la única que visitan la mayoría de los turistas que llegan con un paquete vacacional. Arriba del todo del parque nacional Skaftafell encontramos incluso a un grupo de españoles que, por cierto, dieron la nota no respetando el silencio en el que nos encontrábamos la mayoría mientras disfrutábamos de un impresionante paisaje de una belleza incomparable.

Vistas desde arriba miranco hacía el mar.
Vistas desde arriba mirando hacía el mar.

Pasamos la noche en el propio parque nacional Skaftafell, a pesar de que había un cartel que indicaba que no estaba permitido. Allí mismo se encontraba la oficina de nuestros amigos los guías de montaña que nos vieron y también había un camping, pero nadie nos dijo nada. Utilizamos los servicios del camping sin ningún problema para darnos una buena ducha con agua caliente y calefacción (el agua fría es gratis, para conseguir agua caliente en la ducha se supone que tienes que meter monedas, pero como nosotros no teníamos coronas, utilizamos un barreño que teníamos en la autocaravana, para llenarlo de agua caliente del grifo del lavabo y echárnoslo por encima una vez mezclado con agua fría). También había una lavadora que funcionaba con monedas y que no pudimos utilizar. Por cierto, en la habitación de la lavadora (que tenía aire acondicionado) vivía un guitarrista alemán que debía estar harto de pasar frío en su tienda de campaña.

Mirando hacía el lado del glaciar, la vista es sobrecogedora.
Mirando hacía el lado del glaciar, la vista es sobrecogedora.

2 Replies to “El día en el que nos subimos a los icebergs en Islandia”

    1. Ivan says:

      Os encantará seguro el viaje a Islandia. Para nosotros Islandia era uno de esos viajes que siempre aplazas y con el que te creas grandes expectativas y no defraudó para nada. Es una pasada. Estamos en contacto, si te surge cualquier duda, ya sabes.

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