La primera etapa de este viaje nos llevó hasta Mombasa. La ciudad tiene cierto encanto, aunque la decadencia se huele por todos sus rincones (y quizá sea ese el encanto). En todos los sentidos se trata de una ciudad muy tranquila, sobre todo si la comparamos con Nairobi. Es muy ‘paseable’, especialmente en la zona marítima, dónde se encuentra la parte antigua.
Como todo Kenia, el mercado turístico espera a visitantes de alto poder adquisitivo por lo que entrar a cualquier sitio ‘turístico’ es caro. Por ello no os podemos contar que tal es visitar por dentro el fuerte u otros lugares porque el precio nos pareció exagerado (mucho más caro de lo que costaría si el mismo monumento estuviera localizado en Europa). Comer en los sitios turísticos o dormir en los hoteles de ‘estándar europeo’ me imagino que también irán en la misma línea.
Así que si no quieres gastarte mucho dinero en comer, dormir y visitar monumentos, tendrás que limitarte a pasear, buscar pensiones ruidosas y comer en los restaurantes anónimos. Es lo que hicimos nosotros y creedme si os digo que, para eso, existen mejores lugares. Mombasa no da para más de uno o dos días si no vas a usarlo como base de operaciones para visitar parques o ciudades cercanas.