Ciertamente no habíamos sufrido un especial calor hasta el día de hoy. Nos recibió una fina lluvia que refrescaba el ambiente y el día siguiente fue muy suave, pero el día de hoy ha sido bochornoso. Es difícil hacerse una idea del calor del que hablo sin haberlo vivido aquí o en otro país tropical, pero la cuestión es que te pasas todo el día sudando, incluso dentro de la ducha sudas. El hostel en el que estuvimos, por ejemplo, para dormir dejaba toda la noche el aire acondicionado encendido y dos ventiladores que agitaban el ambiente. Sinceramente hacía frío y por eso manipulamos un poco el sistema para que no bajara tanto de temperatura, a pesar de la poca gracia que les hacía a nuestros compañeros de habitación.
Salimos tarde a la calle y nos dirigimos al embarcadero que hay cerca de Khao San después de comprar el típico desayuno en el 7 eleven (paquete de galletas y batido de cacao de leche, ¡ojo! lo normal por aquí es soja y la leche es algo más cara). Bajamos en la parada del Buda de Oro, recorrimos las calles de Chinatown dónde están los mecánicos y vendedores de piezas usadas (es para verlo!) y llegamos al templo. Tuvimos suerte: pudimos ver al buda sin pagar entrada (40B) ya que lo estaban cargando en un camión, suponemos que para mostrarlo en alguna exposición o algo similar. Los muy mamones no avisaban que el buda no estaba en su sitio y en su lugar ofertaban “mostrar tus respetos al lugar del buda de oro”, que suena igual, pero no es lo mismo. Hasta los monjes de los templos te intentan timar. De ahí fuimos andando a la estación central (está cerca) para informarnos de los trenes a Ayuthaya.
El gran error del día fue al salir de la estación. Hablamos con un viejecito que tenía un tuk-tuk y nos dijo que nos llevaba a la MBK por 10 B pero parando en una tienda para que le dieran un vale de gasolina. Le dijimos que no estábamos interesados ya que no nos apetecía hoy eso y empezamos a andar camino de la zona de centros comerciales. Fueron 3 o 4 kilómetros, no lo se exactamente, pero fueron bajo un sol de justicia y con muy pocas sombras dónde cobijarse. Además no había nada de especial por el camino con lo que perder un poco el tiempo descansando. La odisea por no querer perder 5 minutos fue brutal. Además a Nuria le vino el bajón por el jet lag, lo cual hizo que durante el resto de la tarde no “rindiéramos” al ritmo normal.
El MBK nos decepcionó muchísimo. Esperábamos un mercado al estilo del mercado de la seda de Beijing y esto se parecía más a un Corte Inglés (sí, vale, quizás no tanto en cuanto al modo de funcionar, pero sí en cuanto a precios y marcas. En fin, que si en el MBK esperas encontrar gangas, olvídate. Igual sí encontrarás una camisa a un precio razonable, pero no hay chaquetas (falsas) North Face a 10 euros como en China. Además eso que se han inventado en la quinta planta de la comida es un timo. Es lo mismo que encuentras en la calle o en los pequeños restaurantes tailandeses pero con el precio multiplicado por 2 o 3. Una trampa para turistas o thais ricos. Acabamos comiendo allí, pero en un restaurante un poco más barato y tomando un helado en la sexta planta dónde se encuentran los cines.
Queríamos ir luego al mercado de Lumpini pero nos dijeron en la oficina de turismo que estaba cerrado. Cuidado cuando preguntéis ya que algunos elementos interesados os pueden mentir. Mejor preguntar siempre en una oficina de turismo. Nos dijeron que este mercado había cerrado y nos recomendaron el mercado de Silom que está junto al de Pattong. Dos pájaros de un tiro. Tomamos el metro hasta allí y visitamos ambos mercados mientras los montaban. Patong es considerado el barrio rojo de Bangkok. Allí nos ofrecieron 20 veces asistir al “ping-pong show” y pudimos ver a las mujeres prostituidas fichando cuando entraban (sí, sí, los prostíbulos tienen máquinas de fichar a la entrada).
Aún no era muy tarde, pero nos apeteció una pizza que vendían en la calle por 99 B. La compramos y junto a una coca-cola, cenamos en unas escaleras mientras veíamos a la gente pasar. En cuanto terminamos tomamos un taxi hacía Khao San. Tuvimos que subir en 3 taxis para conseguirlo, ya que los otros dos no nos quisieron llevar aduciendo que había demasiado tráfico y que con taxímetro no les salía a cuenta. Allá ellos. En Khao San probamos una delicatesen local: los crepes. Puedes tomarlos de muchos sabores a partir de 10 B y hasta más de 50. El de chocolate (no de nutella, chocolate) está buenísimo y solo cuesta 15 B.
Gastos
Desayuno: 32 B
Barco río: 2×15 B
Comida: 228 B
Fanta 1’5L: 26 B
Coca cola lata: 19 B
Baños MBK: 2×2 B
Helado: 10 B
Metro: 2×20 B
Pizza y coke: 116 B
Taxi: 76 B
Crepe chocolate: 15B
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