Nuestra primera impresión de Río de Janeiro es tremendamente positiva. Leyendo comentarios en Trip Advisor, foros y blogs parecía que Brasil y concretamente Río era una ciudad sin ley llena de chorizos acechando en cada esquina. Pero nada de eso. Río es una ciudad gigantesca, enorme, llena de contrastes dónde te puedes encontrar todo, incluidos los rateros que te atracan a punta de navaja, pero no nos dio más sensación de inseguridad que Dakar, Nairobi o Lima.
Por otra parte, Río de Jainero es puro contraste. Tienes en una parte rascacielos y en otra favelas, gente paseando en bañador y ejecutivos con traje y corbata saliendo del trabajo, por un lado un mar y por el otro una montaña, un sambódromo y el mayor festival de Rock del mundo… Es una ciudad viva, vibrante, con un gran ritmo y sobretodo… es enorme.
Es tan grande y rica en monumentos y lugares de interés que para cada barrio/zona hay que dedicar al menos una mañana o una tarde. Y para moverse entre ellos hay que usar el metro y, sobretodo, los autobuses. Y aún así terminarás con dolor de pies y echo polvo al finalizar el día, como nos sucedió a nosotros el primer día (y eso que salimos bien tarde).
Ese primer día lo dedicamos a dos cosas: por la mañana a subir al cerro de Urca, el previo al Pan de Azúcar, pero sin el telesférico, por la senda habilitada al efecto; y por la tarde nos fuimos al centro, con el metro, bajando en la parada de Uruguaiana dónde se encuentra un gran mercado diario que visitamos.
Respecto al sendero del Pan de Azúcar, se ha de decir que es un sendero corto pero intenso que a nosotros nos llevó cerca de una hora (aunque dice en la parte de abajo que se hace en 50 minutos). Aunque también es cierto que nos equivocamos varias veces. Para ir y subir gratis hasta la primera estación del pan de azúcar (a la segunda no se puede), desde la parte izquierda de la playa Vermella (que es la que está junto a la estación del telesférico) sale un camino con adoquines que a mitad presenta una senda en forma de escalones de tierra y madera. Hay que subirla marchado siempre por el camino principal, con cuidado de no resbalar, porque hay muchos pasos delicados (sobretodo si ha llovido recientemente la cosa podría estar muy difícil). Luego, una vez se llega casi arriba y ya se divisa la ciudad entre la jungla, hay una bifurcación: ¿izquierda o derecha? Nosotros tiramos hacía la derecha y llegamos a un camino sin salida, así que izquierda y en 10 minutos más estarás en la estación base. Si el camino lo haces por la tarde, para bajar puedes esperar al último vagón que es gratis.
Respecto al mercado, estaba bien, pero nos pareció un poco pequeño para lo que habíamos oído hablar de él. Eso sí, comprar nada, que Brasil es un país caro, lo cual comprobamos fehacientemente entrando en un supermercado Princesa para comprar la cena.
A las 18:00 ya estábamos en el hostel duchándonos para cenar y acostarnos pronto.
El día siguiente, sabiendo que volveríamos a Río para tomar el vuelo de regreso, nos lo tomamos con calma y dedicamos el día a pasear la ciudad. Como cualquier gran ciudad, Río de Janeiro ofrece todo tipo de atractivo. En ese sentido, lo que sorprende de Río es que lo ofrezca de una manera tan entremezclada. Y es que es una ciudad tan llena de contrastes que te permite disfrutarla de 100 maneras diferentes.
Después de comprar un billete de autobús a Ouro Preto para la noche del 29 de marzo (en plena semana santa) fuimos a callejear por el barrio de Lapa y aledaños con tranquilidad. Empezamos en los arcos, visitamos las escalinatas, algunos parques, la iglesia con forma de volcán y comimos allí mismo, en el pequeño bar de Paulinho’s dónde nos sirvieron un plato típico por muy poco dinero (muy recomendable, está aquí). Por la tarde, proseguimos camino hacía el centro, visitamos allí la confitería colombo, el Real Gabinete Portugués de lectura y algunos mercados callejeros dónde probamos un refresco típico de aquí (agua con sabor, pero muy frío, verdaderamente refrescante).
A eso de las 17:00 se puso a llover y como ya estábamos cansados decidimos tomar un bus de regreso a «casa». La verdad es que nos dejamos mucho por ver en Río, pero habrá tiempo: el cristo del Corcovado, Ipanema, Copacabana, el botánico… Río necesita al menos 4 o 5 días, no es una ciudad precisamente pequeña.
Gastos:
Día 25
Combinado metro + bus → 2x2x4’25 R$
Bus → 2×2’75 R$
Helado en la calle → 1 R$
Supermercado (cena y 3 botellas de agua) → 15’25 R$
Día 26
Bus local → 3x2x2’75 R$
Bus Ouro Preto → 2×80 R$
Comida Paulinho → 23 R$
Refresco → 0’70 R$
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