La vida en NYC es ajetreada. Los fast-food, los atascos de trafico y en el metro de las horas punta, las largas distancias a pie… Todo hace que mientras te encuentras allí te sientas como un alienígena observando una curiosa civilización. Y sin embargo, todo te suena familiar. Es extraño. Las películas han retratado mil veces NYC y eso provoca que los principales iconos de la ciudad no te resulten extraños. Cruzas el puente de Brooklyn como si lo cruzaras todos los días, avanzas a trompicones por Wall Street a las 8:30 como si realmente trabajaras allí, te paseas por Central Park como si fueras un New Yorker más…
Algo nos sorprendió por encima de otras consideraciones. El nivel de vida no es tan algo en NYC como nos esperábamos. La imagen de la gran manzana nos infundía respeto, pensábamos que nos íbamos a dejar una pasta allí. Y no fue así. Comer, mientras no sea en un restaurante, no es caro. Por unos 5 € por persona puedes disfrutar de un plato de pasta, una buena porción de pizza o una hamburguesa en cualquier zona de la ciudad. Es más, si un día no estás muy hambriento, puedes comprar un perrito caliente en la calle por un par de dólares.
El alojamiento tampoco es excesivamente caro. En un albergue calculad menos de 30 €, por persona y día. Los hoteles de pocas estrellas se pueden llegar a disparar hasta los 100 o 200 €, depende de la época. No tenemos ninguna queja de ninguno de los dos albergues en los que estuvimos. En general, están mucho más limpios que los que nos encontramos habitualmente en Europa y algunos están muy bien situados. Eso sí, no esperéis encontrar muchos con cocina ni zonas comunes, eso aquí todavía no lo han descubierto.
Por lo demás, encontrareis los precios muy asequibles, al menos mientras el euro esté tan fuerte frente al dólar. En nuestro viaje, el cambio era 1:1’24, es decir, que casi teníamos un 25% de descuento en nuestras compras y el precio suele ser el mismo, como si hubiera paridad. Un ejemplo, un iPOD en Europa cuesta 200 €, allí 200 $. En Chinatown hay muchísimos productos que cuestan menos que en Europa (camisetas, cinturones, aparatos electrónicos, etc).
Moverse en metro por la ciudad es una de las primeras cosas que hay que aprender. A pesar de lo que se suele decirse, el metro de NYC no es peligroso. Nosotros por error tuvimos que cambiar de tren en Harlem Sur y no pasó nada. Evidentemente, esto no quiere decir que uno pueda ir despreocupado, pero vamos, que lo de las películas es de una época ya pasada (según cuentan).
Los que vivan en una ciudad con varias líneas de metro lo tienen más fácil. En NYC hay varias líneas de metro identificadas por colores, letras y números. Algunas de ellas son realmente largas. Para haceros una idea, desde el centro de Manhattan hasta el Zoo del Bronx (que no es la última parada) tardamos una hora y media y, en esa misma línea, hasta el aeropuerto JFK (sentido contrario) desde el centro se tarda otra hora más.
Los colores de la línea indican el camino que recorre y los números o letras indican dónde para el tren. Así, la línea roja, por ejemplo, puede detenerse en Manhattan si tiene el número 1 y no continuar hasta Brooklyn (sí lo harían la 2 y la 3). En ocasiones los caminos seguidos por distintas letras o números de la misma línea se bifurcan en un momento dado. Todas las líneas se pueden seguir en un determinado sentido. En Manhattan es muy sencillo elegir el sentido pues está indicado como “Downtown & Brooklyn” (dirección sur) o “Uptown & Bronx” (dirección norte).
Luego hay que saber que existen trenes normales (local) o rápidos (express). Aunque está indicado en la propia estación, como normal general, los trenes “local” viajan pegados a las paredes del túnel de metro, mientras que los “express” van por el interior (las estaciones de metro de NYC suelen tener 4 vias, dos exteriores para los “locals” en cada sentido y dos interiores para los “express”). Evidentemente, hay estaciones dónde no paran los express (salvo en horas punta que paran en todas). En el mapa del metro, las estaciones que tienen un punto negro son las que el express no para. A veces, si vamos a ir a una distancia considerable es mejor coger el express aunque no pare en nuestra estación y esperar luego a un local.
Para complicarlo todo un poco más, hay veces que sólo un cierto número de vagones llegan hasta el final de la línea. En esos casos, en el resto de vagones suele indicarlo en algún cartel. La mayoría de las veces, es demasiado tarde, puesto que los convoyes suelen ser larguisimos y tienes que bajar y esperar a otro porque no te da tiempo a cambiar a uno de los que van en cabeza.
Por cierto, en NYC el metro se llama “subway”, aunque entienden el término “metro” (pero no se si entienden “tube”, como en Londres). Hay un mapa de de las líneas del metro de NYC aquí.
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