Nacho Martín (1970 Zaragoza, España) y Adriana (1975 Bucaramanga, Colombia) han viajado mucho juntos y por separado. Nacho, en 2003 se hizo él solito una vuelta al mundo sin aviones y repitió en 2011 junto a Adriana con otra vuelta al mundo, esta vez en pareja. En su blog nos hacen soñar con lugares mágicos y remotos narrando no solo sus viajes, sino también la esencia del lugar visitado.
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Antes de la entrevista, os dejo un montaje fotográfico con las fotos diarias que iban tomando en su segunda vuelta al mundo.
El blog nace en 2003 para contar la aventura de Nacho dando la vuelta al mundo sin avión, ¿cómo se te ocurrió empezar a escribir en una época en la que apenas había nadie escribiendo sobre viajes en español?
Yo no sabía ni que existían los blogs. De viajes se hablaba en revistas. Lo que me inspiró fueron las crónicas en el periódico de la gente que hacía travesías de alta montaña o que escalaba picos en el Himalaya. Entonces hablé con un periódico local de Zaragoza ofreciéndoles enviar gratuitamente crónicas semanales del viaje que iba a comenzar y así poder contar mi viaje a las personas que no tenían la posibilidad de hacer un viaje largo alrededor del mundo. Increíblemente me pedían dinero para publicarlo en el periódico y como no tenía patrocinadores pues aparqué la idea. Casualidades de la vida, un día me encontré con un antiguo alumno y le conté lo que me había pasado con el periódico y, como él se dedicaba a cosas de Internet, me explicó que lo que tenía que hacer era escribir un web-log, que es cómo se llamaban entonces, un cuaderno de bitácora en la red. Como imaginarás yo ya tenía muchas cosas en la cabeza preparando mi viaje como para ponerme con una cosa más, así que fue él finalmente el que se animó a diseñarlo y dejármelo todo listo. Así nació el blog, para contar en directo la vuelta al mundo a través de la pantalla del ordenador a las personas que se quedaban en casa.
Llenarlo de contenidos fue otra aventura tan grande como el viaje. Si quería mandar fotos tenía que cambiar mi cámara por una digital, con todas las incertidumbres de los primeros modelos. No había discos duros portátiles ni tarjetas de memoria baratas, así que iba descargando las fotos a discos compactos que iba grabando sobre la marcha. Como los portátiles no eran ligeros todavía, las crónicas las escribía en los cibercafés de las ciudades que iba visitando, entre chillidos de adolescentes emocionados con sus videojuegos. .
No había plantillas de blogs como ahora así que tenía que enviar las crónicas y las fotos a mi hermana en España que era la que podía subirlas a la web. Hubo veces que tras escribir una crónica durante una hora, al ir a guardarla en los antiguos discos floppy (no había pen drives), si no funcionaban, se perdía todo lo escrito al acabarse el tiempo prepagado y tocaba volver a empezar.
“Nos vamos de viaje fue el primer blog que contó una vuelta al mundo sin avión en directo”
Mirando hacia atrás fue todo un reto y fueron muchos los momentos en los que de verdad tuve que templar el coraje para no tirar la toalla y dejar de contar el viaje. Pensándolo ahora, no sé si será el blog de viajes en activo más antiguo de España, pero seguro el primero que contó una vuelta al mundo sin avión en directo.
En aquella época, la información que ofrecía Internet para viajar era muy limitada, ¿habéis notado el cambio entre aquél viaje de 2003 y vuestra última vuelta al mundo de 2011?
Uff, claro que ha cambiado. Ahora es tan fácil viajar… Está todo en la palma de la mano, en tu teléfono inteligente. Antes sabías que había un alojamiento en la ciudad a la que ibas a llegar, y tenías una noción del precio. Ahora sabes exactamente cómo va a ser la habitación en la que vas a dormir, y cuánto tiempo te falta para llegar según el camino que tomes. No necesitas ni ir a la estación a preguntar la hora de salida del tren a tu próximo destino. Google te lo dice al instante, en el confort de tu habitación, ahorrándote el pateo hasta allí, y hasta te da alternativas de viaje. Ya ni necesitas saber el idioma. Cuántas veces he tenido que sacar mis destrezas de pictionary para salir de un apuro, pero ahora los traductores online te permiten comunicar hasta con pastores de valles remotos… si tienes conexión. Y eso es un gran avance para el viajero.
Pero también eso ha hecho que no desconectes tanto cuando viajas. De alguna manera estás en contacto con tu familia y amigos como si estuvieras en la misma ciudad, y puedes leer la prensa y estar al tanto de lo que pasa en tu país. Anda que no me ha pasado veces preguntar por tal o cual famoso al volver de viaje y resultar que se había muerto. Ahora eso ya no pasa. Ahora parece que hay que estar perfectamente comunicado, contando a todo el mundo cada paso que das en el viaje, y cada vez que vas al baño. Y eso a mí me estresa. Yo vivo mi experiencia y si al volver tengo tiempo ya lo contaré en el blog. Y es una pena, porque a mí se me va el tiempo imaginando próximos viajes y tengo en el tintero recorridos preciosos que todavía no he podido publicar.
Otra cosa facilitadora es que ahora te puedes reencontrar con gente que has conocido viajando o con amigos que te vienen a visitar sin haber tenido que quedar meses atrás en un sitio determinado. Puede que te parezcan batallitas del abuelo, pero ten en cuenta que empecé a hacer viajes largos con mochila en 1987, y entonces el dinero había que llevarlo encima, en cheques de viaje, y las cartas que te mandaban estaban en lo que se llamaba poste restante, en las ciudades de cierta importancia. Desde ese pasado, el viaje ha cambiado muuuuucho.
Lo que más echo de menos de esa época es la forma de relacionarte con otros viajeros. Antes las conversaciones en los albergues eran la forma de conocer otros destinos, otras experiencias, otras vidas enriquecedoras. El intercambio de información era con viajeros que venían en el sentido contrario al que tu estabas viajando y te contaban lo que habían hecho, y esperaban de igual manera tu información. Ahora eso se busca en la red y puede darse la paradoja de que le estés preguntando consejos por Internet a un blogger que esté sentado en tu mismo albergue sin que llegues a cruzar una palabra con él.
En la vuelta al mundo de 2011, en el artículo de Nacho sobre Myanmar, reflexiona sobre los cambios y transformaciones de ciertos países, ¿a qué crees que es debido este tipo de cambios?
Pues a que lo que conocemos como progreso cada vez llega a lugares más remotos. Sólo los lugares aislados son capaces de conservar modos de vida ancestrales, únicos en cuanto que diferentes del mundo globalizado. Y los motivos son principalmente dos. O un sistema político que restringe el contacto con el exterior (el caso más extremo actual sería corea del norte), o unas carreteras infernales (también valen cientos de kilómetros de océano). En el caso de Myanmar, al caer la dictadura, el “progreso” entró en el país, acelerado por la llegada de turistas que acercan el mundo exterior a las personas que no van a poder salir del país. Y eso transforma las sociedades.
Los turistas (yo al menos) estamos atraídos por ese exotismo de lo ancestral y al visitarlo hacemos que poco a poco se vaya alterando. Y no digamos cuando llega el turismo de masas.
“La globalización está homogeneizando cada vez más el planeta”.
Es lo mismo que pasó en la España de los años 60 con la llegada de turistas del norte de Europa. Es un fenómeno imparable que hace que la globalización vaya homogeneizando cada vez más el planeta. A mí particularmente no me convence, pues me gusta la diversidad y tampoco creo que ese “progreso” vaya a solucionar las necesidades de los paisanos que ven avanzar en un mes lo que otros han tardado un año, pero tampoco me gustaría que los poblados rurales se quedasen sin evolucionar para que los turistas pudiéramos hacer fotografías del pasado. Los techos sólidos son mucho más duraderos que los de paja y necesitan menos mantenimiento, aunque queden peor en las fotos. Y el agua corriente potable es un gran invento que debería estar en todas las casas, por más que las mujeres del Rajastán den fotos muy coloridas acarreando los envases sobres sus cabezas.
Ante ese mundo que cambia a velocidad de vértigo, me noto que últimamente estoy viajando a lugares remotos, para poderlos ver con mis ojos antes de que cambien mucho. Sitios en los que el viajero siga siendo una persona que despierte curiosidad entre los locales, más que una bolsa andante de dinero a la que exprimir.
¿Cómo habéis financiado las dos vueltas al mundo?
En nuestro caso hemos tenido la suerte de haber tenido trabajos que nos gustan, estables y decentemente pagados, que nos han permitido ahorrar además de viajar durante el año. Cuando llegaron los momentos de ponerse en marcha para las vueltas al mundo el truco consistió en adaptar el ritmo de gasto al presupuesto ahorrado. Ahí está el truco. Tanto tienes, tanto gastas. Y eso significa renunciar a veces a experiencias porque no te las puedes permitir.
El tema del presupuesto fue más complicado en la primera ocasión, pues aunque tenía experiencia previa de viaje largo en solitario, cabía la posibilidad de no ajustar bien y quedarme tirado a mitad de viaje. Cruzaba países caros y allí los errores no salen baratos precisamente. La tranquilidad me la dio un amigo con ahorros que se ofreció a adelantar dinero si se daba esa situación. Y con esa tranquilidad me puse en marcha sin que necesitara finalmente pedir ayuda.
¿Podéis darnos una idea de cuanto os costó cada una de las vueltas al mundo?
De la primera vuelta sólo tengo el presupuesto global: doce mil euros. Los viajes en carguero supusieron 100 dólares al día, y fueron 11 días para el pacífico y 8 días para el atlántico, así que allí se fue mucho dinero. Por el contrario, en Micronesia no tuve que pagar nada durante la estancia en el colegio, por lo que fueron 5 meses sin gastos.
De la segunda vuelta sí que puedo dar más datos. Cada uno gastó 16200 euros. En vuelos fueron 3800 euros por cabeza. Decidimos no sacar los pases de vuelta al mundo porque te limitan las aerolíneas que puedes usar. De esta manera teníamos más flexibilidad para ir trazando nuestro recorrido. Y al final tampoco salió más caro sacándolo por tramos separados.
Seguro médico y visados sacados en España fueron 1000 euros por cabeza.
Los gastos “en ruta” fueron 11400 euros por cabeza. Adriana es la que va normalmente siguiendo más el gasto diario y da la voz de alarma cuando nos pasamos. Trabajamos con un presupuesto de unos 30 euros al día por persona, sabiendo que en los países caros nos pasaremos, pero que lo compensaremos con las estancias en países baratos.
¿Por qué la primera vuelta al mundo fue sin aviones y la segunda no?
Nacho ya venía realizando grandes rutas en las que se marcaba un punto de salida y un punto de llegada y el viaje era todo lo que sucedía en medio. Es una forma de viajar que tiene más sentido que el llegar a un país y dar una vuelta por él. Es la esencia del viaje, desplazarte de A a B. El cambiar de país aunque no lo hayas recorrido todo te permite ver las diferencias que conllevan los accidentes geográficos, o las similitudes a pesar de fronteras artificiales. Tras cruzar de Delhi a Pekín por el Tibet en Asia, de Kenia hasta las Cataratas Victoria por África, o desde San Diego hasta Costa Rica en el sentido contrario al que siguen los espaldas mojadas, me pareció que el momento de afrontar la vuelta al mundo como una ruta un poco más larga estaba cada vez más cerca.
“Cambiar de país aunque no lo hayas recorrido todo te permite ver las diferencias que conllevan los accidentes geográficos, o las similitudes a pesar de fronteras artificiales”
El momento llegó cuando conseguí una plaza de profesor voluntario en un colegio de Micronesia, justo en el otro lado del mundo. Al buscar cómo llegar, no encontré aeropuerto, pues aunque la isla se llama Chuuk, el aeropuerto tiene el nombre de Truk. Al contarlo a los amigos alguien me dijo “tendrás que ir en barco”. Y de ahí salió la idea. Si voy en barco, ya que estoy a mitad de camino, vuelvo por el otro lado y doy la vuelta al globo. Sonaba bien. Me pareció que la vuelta al mundo era el reto máximo que todo viajero se plantea hacer alguna vez en la vida. Y a la vez que me daba miedo llegar a cumplir ese sueño por si se me acababan las ganas de viajar. Sólo había conocido a una persona que había dado la vuelta al mundo, dos veces, y que de repente se hizo tan sedentario que apenas salía de Saint Maló, donde decidió quedarse a vivir.
Además era una forma de ver con mis ojos que el mundo es redondo. Poder cruzar los océanos en barco sintiendo la distancia de los viajes de antaño por superficie que ahora sólo duran horas en avión. No fue fácil encontrar carguero para cruzar el pacífico, y sólo conseguí uno que iba a Norteamérica. Así renuncié a cruzar al hemisferio sur, y de ahí salió la idea del siguiente gran viaje, hacerlo por las antípodas.
Para la segunda vuelta al mundo ya había conocido a Adriana, que tenía ganas locas de vivir en primera persona todas esas cosas que yo le contaba. El detonante surgió tras escuchar al ministro de turno que se iba a retrasar la edad de jubilación más allá de los 65 si no tenías 35 años cotizados. Tras hacer los cálculos la conclusión fue que era mejor gastar los ahorros ahora que teníamos salud a esperar. Así el proyecto “vuelta al mundo por las antípodas” salió del letargo y en cuatro meses nos pusimos en marcha. Hay un dicho japonés que dice que subir el monte Fuji una vez en la vida es de sabios: subirlo dos es de tontos. En realidad, quitado el romanticismo, es más caro y más lento no coger aviones. Además para recorrer el hemisferio sur y las antípodas, que era lo que íbamos a visitar, resultaba mucho más práctico y barato coger aviones. Y nos permitía visitar más islas que los cargueros no tocaban en sus recorridos.
¿Y por qué una vuelta al mundo y no un simple viaje sin fecha de regreso o un viaje a un determinado continente? ¿La vuelta al mundo sigue teniendo cierta mística?
Es cierto que la vuelta al mundo tiene un punto místico hasta que la haces. Luego la recuerdas como un gran viaje sin más. Un tiempo en el que te metiste en un ritmo de vida distinto, donde cada día aprendes un poco más, el ritmo de viaje, de sábado eterno, donde hoy no trabajo y mañana tampoco. Ese es el privilegio, entrar en el ritmo de viaje. Da igual que sea por un continente, por dos. Que la fecha de vuelta esté tan lejos que no cuentes los días, o que realmente no tengas fecha de vuelta
En nuestro caso, tenemos la suerte de que cada año hacemos un viaje de dos meses. Eso nos permite entrar en ese ritmo de viaje y recargar las pilas, esperando que llegue otro gran viaje.
¿Cómo se puede volver al sedentarismo tras sendas aventuras como estas?
Volver cuesta, pero la realidad cotidiana te acaba atrapando y te terminas integrando en esta sociedad. Te puede costar más o menos tiempo. Recuerdo que tras volver de la primera vuelta, durante unos días tenía la sensación de ir flotando por la calle. Te chocan cosas, otras te irritan, y valoras mucho cosas a las que antes no dabas importancia. Cuando llevas meses viviendo con las cosas que caben en una mochila, aprendes que muchas cosas que creías imprescindibles en tu vida no lo son tanto. Estás aquí. pero en el fondo de tu pensamiento sabes que hay otra forma de ver la vida y de vivir, lo que te ayuda a sobrellevar el día a día y a soñar con el próximo viaje. No hay más que ver la cara que se nos pone cuando llegamos al aeropuerto con la mochila: se nos van todos los males.
No sé si vuelta al mundo o un gran viaje, pero por si la salud y los trabajos lo permiten, estamos trabajando en el ahorro. Como te he dicho, de momento tenemos la suerte de viajar dos meses cada año y eso sirve de antídoto.
Si hubiera tercera vuelta al mundo me gustaría seguir la secuencia: Uno en la primera. Dos en la segunda, así que en la tercera toca que seamos tres. Eso significa que me toca ponerme a aprender navegación para pilotar al tercero, un velero 😉
Si algún lector fuera a tratar de hacer una vuelta al mundo sin aviones ahora mismo, ¿qué 3 consejos le daríais?
El primero que se plantee si realmente lo quiere hacer sin avión porque es más caro y más lento viajar sin avión. Hacer una travesía en carguero es una experiencia interesante pero te exige flexibilidad de fechas y cuesta mucho más que lo que costaría un vuelo que hiciera el mismo trayecto.
Si finalmente gana la opción sin avión, exploraría las opciones de cruzar los océanos en velero. Hay páginas web que buscan tripulaciones extra para las grandes travesías oceánicas y repartirse las guardias de vigilancia. Si te aceptan te permite vivir una experiencia única y abaratar costes. No en todos los casos piden experiencia previa, así que, ¿por qué no intentarlo?
Y finalmente, que en la planificación busque un recorrido que evite las estaciones lluviosas. Existe todo un mundo de diferencia entre viajar en la época de lluvias o en una época más seca. Y si se puede elegir sentido, viajando hacia el este se experimenta el día extra al cruzar la línea de cambio de fecha.
Muy bravo Nacho, os admiro.