Los niños están por todas partes en Kenia y en general en toda África. La inversión que sufre la pirámide poblacional respecto a la de nuestro continente, provoca sorpresa al viajero que no está acostumbrado a tanta población infantil. Y al contrario que los sobreprotegidos y materialistas niños europeos, los africanos, que poco o nada tienen, lo dan todo. Además tienen una extraña habilidad para imitar todo lo que haces o dices que les hace muy hábiles para aprender nuevos juegos.
En Lamu, como hay poco o nada que hacer, tuvimos tiempo de acercarnos a los niños y jugar con ellos. En el resto del viaje se hizo complicado, salvo quizás en ciertas poblaciones rurales de Uganda. En los safaris no se ve prácticamente ningún niño ni ningún Keniata que no esté allí por el negocio que se mueve alrededor del propio safari y en las grandes ciudades rara vez hay tiempo para ‘perder’.
En Lamu tuvimos la suerte de encontrar una escuela en la que varios niños jugaban en el patio. Les encantaba posar para las fotos, se peleaban por salir en ellas y luego se partían el culo viéndose en el visor de la cámara. Lo que no se esperaban porque me imagino que no habían visto nunca es verse en movimiento. Les grabamos un vídeo y se quedaron de piedra al verse ‘como en la tele’.