Algo antes de las 7 de la mañana suena nuestro despertador. Metemos todo en la mochila y dejamos el hostel con la promesa de volver cuando regresáramos a la capital. Para ir a la estación de trenes, la chica de la Tourist Info de Bangkok nos había explicado que teníamos que coger el bus número 53 en una calle cercana a Khao San Road. El bus nos llevó gratis hasta un punto en el cual nos dijeron que nos bajáramos y tomáramos otro 53 en el que sí nos cobraron. El bus tardó algo más de lo normal y perdimos el tren de las 8:20 y tuvimos que esperar una hora más.
El tren es extremadamente económico en tercera clase y no es nada incómodo para un trayecto tan corto (son asientos normales, acolchados pero no reclinables y no hay aire acondicionado). Nada más llegar nos asaltaron los “guías” de los tuk-tuk que querían que les pilláramos una excursión de 3 horas por 200 bahts la hora. Está bien escucharles porque os mostrarán lo más interesante que hay que ver sobre el mapa (que te lo dará un señor de uniforme tras un mostrador dónde pone “información” en el mismo andén). Pero nosotros pasamos del tuk-tuk ya que queríamos ir más a nuestra bola y, sobretodo, porque nos pareció que era demasiado caro para lo que ofrecía.
Enfrente mismo de la estación de autobuses, un poco ladeada a la derecha según sales, hay una tienda de alquiler de bicicletas y motos. Las bicis cuestan 30 B y las motos salen por 150 B. Nosotros optamos por la moto y la verdad es que acertamos de pleno. Haber cogido la bicicleta hubiera supuesto ver mucho menos y, sobretodo, haber abortado la visita bastante pronto ya que el calor en las horas centrales del día era simplemente asfixiante. De hecho, cuando dejábamos la moto para visitar un templo el calor era tal, incluso dentro del templo, que deseábamos salir para volver a coger la moto y sentir el viento en la cara. ¡Fue una jornada bochornosa!
No nos pidieron el carnet de conducir ni nos retuvieron el pasaporte. Simplemente hicieron una fotocopia y nos hicieron firmar las condiciones que venían a decir que: “tu te responsabilizas de todo lo que te pase a ti o a la moto”. Las instrucciones básicas que te dan te sirven para aprender a arrancarla y pararla y poco más.
Salimos de la tienda hacia el primero de los templos con nuestra moto y un mapa muy bueno que nos entregó la chica que atendía la tienda de alquiler. Imagina, Ivan, que nunca había conducido una moto salvo un día hace dos años que alquilamos una en China, llevando a Nuria de paquete por medio de un caótico tráfico y encima conduciendo por la izquierda. Marchando con precaución y sin dar demasiado gas la circulación no era tan complicada.
Visitamos un montón de templos y ruinas, además del mercado del pueblo (no el flotante, el real) y vimos a los elefantes pasear e incluso a uno bailar en una especie de teatro montado para entretener a los autobuses de turistas. Hay varios lugares dónde hay que pagar, pero, la verdad, habiendo tanto dónde elegir y visto ahora con perspectiva, creo que no valía la pena haber pagado en ninguno salvo quizás en el que tienen el buda sentado gigante y dónde solo se pagan 20 bahts. Tampoco es que nosotros pagáramos muchas entradas, la mayoría de las ruinas se podían ver desde fuera, pero bueno, yo si tuviera que volver pagaría aún en menos lugares.
Nos paramos a comer en un bar cualquiera dónde vimos que no habían extranjeros y no estaba demasiado cerca de un lugar visitable, ya que los precios allí se disparan. Comimos arroz con pollo los dos y un par de coca-colas por 90 bahts. Consejo: no dejéis la moto al sol cuando paréis, vuestro culo lo agradecerá. Como he dicho, hacía muchísimo calor, así que en varias ocasiones paramos en bares a tomar un refresco para así hacerlo más soportable.
Queríamos pillar el tren de las 5 hacía Lopburi, pero nos perdimos volviendo a la estación y llegamos 5 minutos tarde. Por cierto, nosotros fuimos a la gasolinera a llenar el depósito, aunque la chica nos dijo que si no lo hacíamos no pasaba nada, que pagáramos lo que falta y ya está, pero no nos fiábamos.
El siguiente tren a Lopburi salia a las 18:30 ya que por algún motivo (quizás por ser fin de semana) habían eliminado el de las 6. Lo malo de esto era que llegaríamos a Lopburi demasiado tarde como para ver atardecer en las ruinas que era algo que nos hubiera gustado.
El tren a Lopburi en tercera clase también fue muy tranquilo y se pasó en un suspiro (lo malo fue la espera previa). En Lopburi no tuvimos problema para encontrar varios hoteles junto a las ruinas, están todos siguiendo la carretera dónde está la estación a la derecha. El templo de los monos es muy fácil de ver ya que durante las primeras horas sin luz lo iluminan. Nosotros íbamos de cabeza a un hotel no especialmente recomendado por la wikitravel ni la Lonely, pero que era el que mejores vistas tenía.
Dejando aparte las sorpresitas del hotel en forma de mosquitos y monos trepadores, salimos a cenar en uno de los restaurantes que hay en la carretera entre el hotel y la estación. Estaba todo muy animado por ser sábado. Aparte de los sitios de comer, la ciudad no ofrecía mucho más, así que regresamos al hotel a ver si conseguíamos un ventilador extra, porque hacía demasiado calor para poder dormir bien. Los pobres propietarios no hablaban ni papa de inglés, pero tenían un móvil con Google Translate. ¡La salvación! Conseguimos hacernos entender y pudimos dormir, eso sí con el siguiente invento que tuvimos que montar:
Gastos
Bus 53: 2×6’5 B
Tren: 2×20 B
Taquillas: 20 B
Coke: 15 B
Moto: 150 B (+30 B de gasolina)
Entradas: 90 B
Comida: 80 B
Coke bar: 2×20 B
Coca y pincho: 25 B
Agua y batidos: 40 B
Tren a Lopburi: 2×13 B
Hostel: 180 B
Cena: 160 B
Helado: 15 B
Hola! recuerdas donde alquilaste la moto sin pasaporte? Es seguro dejar las motos paradas por allí en medio? gracias por contar tus experiencias!
Era justo enfrente de la estación de tren. Bajamos y la primera tienda que encontramos (tenía muchas motos iguales en la puerta).
Dejar las motos es totalmente seguro.. mucho más que en España.
Saludos