La super-oferta de Iberia con la que conseguimos el vuelo a Río de Janeiro por menos de 500 euros, incluía además el enlace desde cualquier ciudad dónde Iberia Express operara. Por eso, pudimos salir directamente desde Alicante. Y por si fuera poco, regalaban el doble de avios, así que ahora tenemos gratis puntos suficientes para hacer un vuelo de ida y vuelta a Canarias. Iberia suele sacar ofertas de este tipo de vez en cuando. Si no se puede pillar una de estas ofertas (en Iberia u otra compañía), la manera más barata de ir a Río suele ser volar con TAP desde Lisboa, pero claro, ahí ya hay que sumar el viaje a la capital portuguesa.
Una vez en Brasil, para ir a tu destino real, la compañía que suele salir mejor de precio es GOL, que es la única low-cost brasileña de verdad. A nosotros no nos hizo falta ya que no conocíamos nada en absoluto de Brasil y Río nos parecía un sitio perfecto para iniciar la exploración de este enorme país.
El vuelo a Río de Janeiro, una vez enlazados desde Alicante y con una espera de casi 4 horas, fue realmente cómodo. El avión iba a poco más del 50% de su capacidad, con lo cual casi todo el mundo disponía de 2 butacas. Haciendo un poco de contorsionismo incluso pudimos echar una cabezadita que nos alivió la falta de sueño (salíamos de casa a las 3:40 de la madrugada).
Eso sí, un avión de Iberia no es un Etihad como el que usamos para ir a Tailandia o un Aeroflot como el de China. Es más bien un Ryanair mejorado. De hecho, el vuelo de Alicante a Madrid era tal cual un avión como el de Ryanair, salvo por los colores y la falta de promociones, sorteos y otras ventas. El avión de Río (y siempre es el mismo según nos comentaron unas chicas), en vez de tener un centro multimedia personal, tiene pantallas para cada 6 filas y simplemente ponen un único canal en diferentes idiomas. Eso sí, la programación no estaba nada mal puesto que a parte de dos documentales también pusieron Lincoln y La vida de Pi. La comida en el avión no estuvo nada mal.
Llegamos puntuales, incluso un poco antes de lo previsto, pero ojo, los controles de aduanas son muy estrictos y pueden llevarte más de una hora. Si tienes una conexión interna puedes llegar a perderla porque te obligan a recoger tu maleta y pasar por el control. Por cierto, nos asustó un poco llegar y ver todo nublado, con gotitas de agua en las ventanas del avión, pero no, en cuanto salimos descubrimos que estábamos en un clima tropical total. En Río en Marzo hace calor como a principios de julio en Alicante.
Otra cosa importante: en el avión te dan el típico papelito de inmigración y hay un punto que dice específicamente que debes declarar cualquier comida que entres al país. Preguntamos a la azafata, al personal de tierra y a la persona que organiza las colas, pero cada uno decía una cosa y no conseguimos saber si había que declarar la comida para uso personal. Mi opinión es que sí que hay que declararla ya que en el aeropuerto hay un cartel con diversos productos prohibidos y entre ellos un bocadillo. Conclusión, marcamos la casilla del “no”, pusimos cara de poker y pasamos sin declarar aunque llevábamos un montón de comida. Mi recomendación: no llevar nada, los precios son muy parecidos a los de España y hay supermercados por toda la ciudad.
Antes de salir del aeropuerto teníamos que conseguir dinero. Primer susto del viaje: de los 5 cajeros del aeropuerto (tercera planta) solo uno aceptó nuestra VISA del banco ING. Sacamos 400 R$ y nos largamos. Para llegar al hostel teniamos las instrucciones de como llegar: tomar el bus al aeropuerto local y desde allí un 498 hasta la calle Laranjeiras, muy cerca del Carioca Guest House dónde habíamos reservado 3 noches. Concretamente, cuando llegas al aeropuerto Dumont (el aeropuerto local) tienes que cruzar la calle y subir por una pasarela que cruzará otra calle. A mano izquierda tienes la parada del bus. El 498 no tiene muchas frecuencias, por lo que quizás tengas que esperar un rato (nosotros 20 minutos).
El hostel está muy bien, de lo mejorcito que puedes encontrar en Río por ese precio (casi 10 euros). Es una casa rehabilitada recientemente en la que unos viajeros brasileños han construido un auténtico hostel con sus buenas zonas comunes, su cocina y sus habitaciones tranquilas. Quizás el único “pero” que se podría poner es la falta de llaves en las habitaciones, dónde cualquiera puede entrar. Eso sí, solo hay dos habitaciones con lo que ese “cualquiera” se limita bastante.
Cenamos (poco) con las cosas que habíamos importado ilegalmente y caímos rendidos en la cama a eso de las 22:30.
Gastos:
Bus 4310 → 2×10 R$
Bus 498 → 2×2’75 R$
Hostel 3 noches → 2×30 €
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