Mi historia particular con Lina (Colombia, 1985) y Andrés (Colombia, 1983) es bastante curiosa. Una noche durante nuestro viaje a Panamá nos adelantó una furgoneta que llevaba un letrero que nos hizo pensar que abordo iban unos viajeros. Se paró en un semáforo y corriendo pude anotar la dirección de la web. Hasta ese momento desconocía de su existencia, pero por aquellos azares del destino volví a cruzármelos dos veces, pero esta vez en Internet: una como miembros de la Comunidad Viajera y otra en un proyecto de empresa.
Su historia es la de muchos viajeros que renuncian a su trabajo y empiezan a viajar, pero en su caso con característica diferencial: viajarían en furgoneta y con destino a Alaska. Su viaje que comenzó en agosto de 2014, desgraciadamente, se vio truncado hace unos meses cuando las autoridades norteamericanas les denegaron la entrada en el país. Tuvieron que regresar sin completar su ruta soñada. Puedes conocer la historia completa en su blog y puedes contactar con ellos a través de Twitter y Facebook.
El nombre de vuestro blog es todo un alegato, ¿qué fue lo más complicado de «renunciar»?
Nunca vimos el nombre del blog como un alegato. Surgió como una descripción literal de lo que estaba pasando en nuestras vidas en ese momento. Habíamos pasado las cartas de renuncia a trabajos de 8 años en grandes empresas en Colombia para dedicarnos a viajar. Fue algo espontáneo. Pero resulta que esas dos palabras tan poderosas le dan nombre al sueño de miles de personas que desde la pantalla de su computador en la oficina ven como el mundo es todo eso que pasa afuera mientras ellos invierten su tiempo de la casa al trabajo. Renunciar no fue fácil, lo aceptamos. Fue un el inicio de todo un proceso de desapego que tuvimos que hacer y que no ha parado, aún hoy que estamos cercanos a cumplir dos años de viaje. Para hacer un viaje como este uno renuncia al trabajo y al salario, sí. Pero también a la comida que le gusta, a compartir con la familia, al amor de sus perros, a los viernes de bar con tus amigos… la palabra renunciar en este caso abarca mucho más que salir de la oficina.
En un principio nuestra familia no podía asimilar que fuéramos a dejar todo lo que se supone que una persona debe tener en esta sociedad, pero luego entendieron el valor de nuestro proyecto y apoyaron aquello que nos hace felices. Hoy ellos son nuestros principales aliados para cumplir este sueño.
¿No se puede controlar el futuro?
Siempre tenemos planes a futuro, por supuesto. Vamos también desarrollando formas de lograrlos. Pero en una vida como esta es casi imposible controlar siquiera lo que va a pasar al final del día. Siempre sabemos dónde nos despertamos, pero casi nunca donde vamos a dormir. Y esa es tal vez una de las cosas que más nos gustan; el factor sorpresa siempre presente y saber que cada día debemos reinventarnos para llegar a las metas que nos hemos trazado.
El rock es uno de los elementos que aparece constantemente en vuestro blog (de hecho vuestra furgo se llama «la Jebi» ni más ni menos), ¿habéis podido disfrutar del rock durante el viaje?
El rock es parte fundamental en nuestras vidas. Es más, yo (Andrés) creo que haber crecido escuchando rock desde niño es una causa determinante para estar llevando esta vida, para haberle gritado al mundo que se puede ser libre y feliz sin importar lo que dictamine la sociedad y para luchar sin parar por un sueño y un proyecto personal. Hemos asistido a conciertos y festivales de grandes bandas en varios países y en cada lugar me intereso por la historia de su rock, vamos a bares y hacemos amigos con gustos musicales similares. En Cuba, quien lo creyera, nos encontramos con una escena metalera fuertísima que lleva ya casi tres décadas de existencia. Asistimos al que hasta ese momento había sido el segundo concierto de rock más importante de la historia de la isla: las dos presentaciones de la banda The Dead Daisies, conformada por músicos de grandes bandas como Whitesnake, Motley Crüe, Guns N Roses y un par de los músicos de apoyo de los Rolling Stones. Por cosas del viaje estuvimos con ellos en camerinos, compartimos en la casa de Dionni Arve, que es en comparación como el Ozzy Osbourne de Cuba y fuimos invitados a una gira de conciertos por toda la isla con bandas europeas de metal pesado. En México vivimos una de las experiencias más increíbles de nuestras vidas: vimos dos veces en la misma semana a The Rolling Stones sin tener dinero ni boletas, todo a fuerza de trabajo y persistencia. Esa historia queda como una de las imborrables en nuestra vida. Lo contamos aquí.
Supongo que cuando renunciasteis a vuestros trabajos tendríais dinero ahorrado, ¿os ha sido suficiente para el viaje? ¿habéis necesitado otras fuentes de financiación?
Desde un principio sabíamos que los ahorros iban a ser insuficientes, así que íbamos conscientes de que que en algún momento nos veríamos a generar ideas e ingresos para poder subsistir en el viaje. Y así fue. El dinero se acabó mucho antes de lo previsto y desde ese momento empezamos a buscar tantas formas como fueran posibles, no sólo para tener algo de dinero, sino para no tener que usarlo y para gastarlo lo menos posible. Nuestra principal fuente de ingresos proviene de la fotografía, somos fotógrafos profesionales y hacemos postales que vendemos a locales y turistas. También hacemos exposiciones y vendemos las fotografías que quedan de ellas. Siempre buscamos lugares para comer barato y sitios donde dormir sin tener que gastar (incluyendo La Jebi, adaptada para dormir dentro de ella) El truco financiero de esto se trata en encontrar el equilibrio entre generar algo y gastar poco.
La Jebi está llena de pegatinas de sponsors, ¿cómo se consigue convencer a una empresa para que financie un viaje como el vuestro? ¿cómo fue el proceso de preparación del viaje?
Hasta ahora no tenemos a nadie que financie nuestro viaje. Las calcomanías que lleva La Jebi son de empresas y personas que han apoyado nuestro proyecto con algún servicio y por agradecimiento llevamos su nombre durante el tiempo que dure nuestro viaje. Nosotros hemos ido mejorando un método para lograrlo. No mandamos correos ni hacemos llamadas. Vamos, tocamos la puerta, les contamos a las personas indicadas nuestro sueño y les pedimos apoyo. Les ofrecemos publicidad, si les sirve, en nuestra web y en La Jebi. Así hemos conseguido ayuda de talleres mecánicos, hoteles, imprentas para las postales, empresas de turismo y otro tipo de negocios que se han querido sumar a este proyecto. Ofrecemos un valor agregado y eso les llama la atención.
«Hemos aprendido a saltarnos el dinero en la cadena de consecución de las cosas que necesitamos»
¿Cuanto cuesta recorrer desde Colombia hasta las puertas de EEUU con un vehículo? ¿Cuanto os ha costado el viaje?
Basados en la fórmula que expusimos en la respuesta anterior, osea, tratando de ganar algo y generar ideas para gastar lo menos posible, nos hemos gastado un promedio de 20 dólares diarios durante 22 meses y una semana de viaje (673 días de viaje y contando). Eso incluye todo: gasolina, comida, entradas a lugares que queremos conocer, impuestos en fronteras y muchas otras cosas. Pero hay que tener en cuenta algo fundamental: con ese dinero sería imposible sostenerse si sólo estuviéramos dedicados a gastar. Es mucho más lo que hemos dejado de pagar gracias a la utilización de métodos como el que dijimos de la publicidad en nuestra web, la utilización de redes como CouchSurfing y el hecho de que muchísima gente nos está brindando hospedaje y ayuda a través de nuestras redes sociales en todo nuestro recorrido. Llevamos como bandera la ideología de que el dinero no puede ser ni nuestro motivo ni nuestro obstáculo. Cada vez que aparece la necesidad de algo haceos hasta lo imposible por conseguirlo, pero hemos aprendido a saltarnos el dinero en la cadena de consecución de las cosas que necesitamos. Por ejemplo: si necesitamos gasolina para continuar ya no pensamos en conseguir dinero para comprar gasolina; ahora pensamos en conseguir gasolina. Entonces, vamos con las postales a las gasolineras, se las ofrecemos a los clientes a cambio de un poco de gasolina. Ya perdimos la cuenta de cuántas veces alguien ha dicho: claro, pongan el carro que yo se los lleno. ¿Y el dinero? pues simplemente no fue necesario. Es una fórmula económica de la que nunca paramos de aprender.
El desgraciado incidente en la frontera de EEUU os ha hecho terminar el viaje anticipadamente, ¿lo volveréis a intentar? ¿o primero habrá otros proyectos de viaje?
La verdad no sentimos el viaje como terminado. Tal vez el proyecto de llegar a Alaska conduciendo La Jebi se aplazó por un tiempo, pero estamos seguros de que lo intentaremos de nuevo. Por ahora estamos enfocados en otros proyectos grandes que tenemos en mente, todos alrededor de esta vida que escogimos como viajeros. Queremos escribir un libro sobre estos dos años de aventura y volver a viajar por toda Colombia haciendo conversatorios, cursos de fotografía y exposiciones fotográficas. Luego pensamos en movernos con La Jebi hacia otros continentes y tal vez después regresar e intentar de nuevo la ruta hacia Alaska. Todo esto hace parte de la aventura, y de esa forma lo estamos tomando. El mundo es muy grande y tiene lugares y gente maravillosa en cada esquina. Esto sigue, estamos más animados que nunca.
Tengo claro cual ha sido el país que peor os ha tratado en vuestro camino, pero ¿cual ha sido el que mejor?
Hasta ahora hemos viajado por 15 países, y de todos nos hemos llevado experiencias, amigos y recuerdos maravillosos. Lo que más nos atrapa de cada lugar es su gente, y teniendo en cuenta eso las experiencias en México, Cuba, Colombia y Guatemala han sido maravillosas. La calidez, solidaridad y amabilidad de estos pueblos no tiene comparación. En Cuba son alegres, despreocupados, rumberos, dicharacheros, conversadores, desinteresados, inteligentes, cultos. En México son amables en extremo, colaboradores y solidarios, lo mismo que en Colombia. En Guatemala la gente es muy sencilla, humilde, pero siempre con muy buen trato. Cada población en conjunto es una suma de rasgos culturales y particularidades que los hacen únicos y en algunos sitios esa riqueza cultural es tan grande que nunca acabas de conocerla ni entenderla. Hay lugares que sencillamente enamoran, y México para nosotros fue uno de ellos. Incluso, le escribimos esta carta de amor.
¿Cómo es la convivencia en tan pocos metros cuadrados durante un par de años? ¿Algún secreto?
Hay varios trucos que podrían enumerarse como el abecé de la convivencia en pareja dentro de un viaje: el respeto, el trabajo en equipo, el cariño, las decisiones en conjunto, resolver pronto las diferencias, valorar el trabajo del otro, los cuidados mutuos y un largo etcétera por delante. Nosotros tenemos una ventaja muy grande sobre las parejas que se están conociendo y quieren emprender una aventura semejante; y es que nosotros llevamos 15 años y medio como pareja. Nos conocemos desde niños y hemos crecido juntos, desarrollando gustos similares y una forma de ver la vida que apunta hacia el mismo lado. Nos conocemos perfectamente y eso hace que todo sea más fácil
¿Qué recomendaríais a quienes traten de realizar un viaje como el que os habéis planteado vosotros? ¿Alguna recomendación para superar la frontera de EEUU o todavía no habéis averiguado que pasó?
Nuestra recomendación es que si tienen ganas de hacerlo simplemente lo hagan, que ya el viaje les irá enseñando la forma que más se adecue a cada persona. Que disfruten los miedos previos al primer viaje, porque es una experiencia que no se va a repetir jamás. Que entiendan que lo más difícil de esto es el primer paso, y que una vez dado todo se irá acomodando. El viaje es el mejor maestro que tiene la vida y deja unas enseñanzas que te enriquecen como persona de forma inevitable. Un consejo muy importante es aprender el valor impagable que tiene desapego y aprender a tomar riesgos.
«Alaska no era nuestra meta, nuestro destino es un ‘no lugar‘ al que queremos llegar cada mañana»
Todo eso aplica para la frontera de Estados Unidos o cualquier otra. Hay que ir, intentarlo, de lo contrario no habrá forma de saber si se puede o no. Nuestro caso se explica simplemente bajo el argumento de que los oficiales migratorios tienen la potestad de decir quien pasa y quien no. Y nosotros esta vez recibimos un no. Pero si algo nos ha enseñado esto es que hay infinitas formas de llegar al mismo lugar, y nosotros hemos entendido que Alaska no era nuestra meta, nuestro destino es un ‘no lugar‘ al que queremos llegar cada mañana que despertamos. Nuestro viaje es hacia la felicidad, y mientras lleguemos a ella todo los días, los caminos se van a seguir abriendo para nosotros. La vida en movimiento nos hace felices y vamos seguir trabajando duro en los caminos del mundo.