Railay es la peninsula que sobresale de la playa de Ao Nang por la izquierda y para ir allí hay que coger un long-tail. Leímos en un blog que era posible ir a pie bordeando el acantilado, pero creo que el que lo escribió confundió la playa de la izquierda de Ao Nang con Railay y jamás estuvo de verdad en Railay (una pena para él, por cierto). Incluso con marea baja hay demasiada agua y demasiada distancia. Acceder a través de la selva lo veo también imposible, aunque sería un reto muy interesante al que me hubiera apuntado sin dudarlo si alguien hubiera dado alguna pista creíble de que era posible.
No teníamos ni idea de qué habría o dejaría de haber en Railay. Solo sabíamos que ir era dificil, lo cual nos hizo preveer que los precios de los restaurantes serían altos y por ello compramos provisiones antes de tomar el bote. Por cierto, para ir en long-tail no hay que ir a una agencia de viajes local ya que te cobrarían mucho más dinero del normal por llevarte. Lo que hay que hacer es bajar hasta la playa y en el lugar dónde la carretera hace una curva y empieza a subir un pequeña cuesta hacía el interior del pueblo hay una caseta de la cooperativa local dónde te venderán el transporte hasta la peninsula. Hay que ir en el momento en que quieras viajar, ya que el barco saldrá en cuanto haya un número suficiente de personas que quieran ir. Esto puede suponer a veces largas esperas, pero la nuestra fue de solo unos 10 minutos. Si compras el viaje de ida y vuelta debes conservar el ticket de regreso para tomar una long-tail desde Railay. También existe otra cooperativa unos 500 metros más abajo, a la derecha si estás mirando el mar.
El viaje de ida fue bastante cómodo ya que el mar estaba como una balsa de aceite. Sin embargo, tuvimos un pequeño percance puesto que nos dejamos la bolsa con la comida en el bote, por lo que íbamos a tener la posibilidad de comprobar los precios de los restaurantes de la península de Railay.
El long-tail te deja en una playa desde la que se puede llegar a ver Ao Nang. Mucha gente, no entiendo cómo, se queda solo en esta playa y no se da cuenta de que al otro lado de la península hay mucho más que ver y más interesante. Nuestro primer chapuzón en Railay fue en esta playa. Al cabo de 20 minutos empezó a llover muy fuerte. Corrimos para poner a salvo nuestra ropa bajo un árbol pero fue inútil, llovía demasiado, por lo que decidimos disfrutar de ello y nos metimos en el mar, ya que dentro del mar se estaba mucho mejor que fuera, puesto que el agua de llúvia era bastante fría. Recomendación: llevar una pequeña mochila estanca para las excursiones en época de lluvias.
Cuando amainó buscamos el camino que lleva a la otra parte de la península. Es un camino sencillo que se encuentra entre los pocos restaurantes que existen en esta playa (la que da al oeste). En 10 minutos estábamos en la otra parte de Railay (la playa del este). En esta zona están la mayoría de los restaurantes, hoteles y otros negocios, es una Ao Nang en miniatura. Nada más llegar empezó a llover con fuerza de nuevo por lo que nos refugiamos en uno de los muchos restaurantes que encontramos y allí nos quedamos hasta que paró de llover de nuevo.
De pronto salió el sol mientras andábamos hacía unas rocas en las que la gente practicaba escalada. Y la suerte volvió a sonreirnos cuando descubrimos por allí un camino que llevaba a la mejor playa de todo Railay. Es una playa realmente impresionante, con arena finísima, muy larga y ancha, con aguas transparentes y algunas formaciones rocosas realmente espectaculares. Sin embargo no pudimos disfrutarla mucho tiempo puesto que el último long-tail volvía a Ao Nang a las 6 de la tarde y además se acercaba otra tormenta.
Por el camino nos encontramos con un montón de monos que nos distrajeron e hicieron que nos pillara la tormenta. Totalmente calados tuvimos que hacer el camino de regreso a la otra parte de la península de Railay y esperar un rato hasta que el capitán del barco vió bien la mar para zarpar. El viaje de regreso sí fue más movidito que la ida. Como curiosidad, en el long-tail charlamos con unos españoles que nos contaron que por la mañana se habían encontrado con Ester Arroyo que estaba de alojada en un hotel de Railay.
Regresamos al hotel de Ao Nang con un sabor agridulce, ya que las 3 tormentas que pillamos deslucieron bastante la visita. Sin embargo, nos quedamos con las magníficas playas y los hermosos paisajes que se ven desde ellas y guardamos la promesa de volver algún día. Por cierto, hablando del hotel de Ao Nang (“Yellow Sun Guest House” a mitad de la cuesta en una de las calles sin salida que hay a mano derecha), os dejamos con un vídeo del cuchitril. No tiene nada de especial, pero es seguramente el lugar más barato de Ao Nang y la persona encargada es una thai simpatiquísima y muy habladora que a poco que os pilla confianza os contará su vida y porqué trabaja 12 horas para un negrero que le paga una miseria a pesar de hablar muy bien inglés y ser eficiente. ¡Una charla muy recomendable! En fin, os dejo con el vídeo del “bungalow”:
Gastos 20A
Desayuno y provisiones: 127 B
Bote a Railay: 2×200 B
Comida: 380 B
2 noches: 400 B
Cena: 117 B
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