Adrià (Vall de Bianya, 1991) es maestro y es viajero. El pasado mes de febrero de 2014, junto con su amigo Leevi (Finlandia, 1989), emprendió un viaje sin fecha de retorno con un presupuesto de 5 dólares diarios, es decir, unos 150 dólares al mes. En su blog, brutalmente sincero, Adrià afirma que dejó de lado la carrera para la que había estudiado porque no se sentía preparado para desarrollar una profesión tan importante, que le faltaba madurez, conocimientos y experiencia. Y ese fue el motivo de este viaje, invertir tiempo en el desarrollo personal para poder ser un gran maestro.
El recorrido previsto de los dos aventureros podéis verlo en el siguiente gráfico. De momento han recorrido juntos desde España hasta Togo y Benin bordeando la costa africana y luego se han adentrado hacía el África del este hasta Kenia. Luego han saltado a India y Nepal y de ahí al sudeste asiático. Luego en solitario Leevi se quedó trabajando en Australia y Adrià está trabajando en la Patagonia.
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Afirmabas que, aunque eres maestro de profesión, no te sientes capacitado como para desempeñar esa tarea y que, en parte, el viaje está enfocado a mejorar en los aspectos que consideras te pueden ayudar en esa faceta, ¿El viaje te ha ayudado a madurar y tener vivencias únicas?
Un buen maestro es una persona paciente, comprensiva, savia, atenta, exigente, respetuosa, equilibrada, viva, altruista, humilde… Un conjunto de cualidades que el viaje, quieras o no, te inculca a base de golpes y caricias.
Algunas de esas vivencias se han concretado a través de los niños, como los conmovedores deseos de los niños del mundo. ¿Se materializará todo esto en un libro o algún otro tipo de proyecto tras el viaje?
Mi intención es publicar un libro que englobe los sueños y las fotografías de los pequeños. Aparentemente, sólo son anhelos infantiles, pero si los analizamos, nos damos cuenta de que estos sueños y deseos se convierten en un claro paralelismo de la realidad cultural y económica de cada región. Se trata de una iniciativa que nos permite acceder a las rendijas más finas de la sociedad desde una perspectiva tierna e inocente.
Sois dos amigos viajando justos después de terminar la universidad, ¿de dónde ha salido el dinero para viajar? ¿cómo se ha financiado el viaje?
Cuando terminamos la universidad sólo sabíamos que queríamos viajar. No teníamos mucha experiencia en la preparación de un gran viaje, pero nos guiamos por el sentido común. Primero escribí un dosier que presenté a algunas empresas locales, con el objetivo de conseguir una pequeña ayuda económica. Gracias a esto, obtuvimos el material y cierta cantidad de dinero. A parte, durante la preparación, que duró unos meses, trabajamos y ahorramos. Aprovechando que los medios locales hicieron un poco de difusión de esta iniciativa, organicé un evento (charla explicativa, cena y concierto), los beneficios del cual fueron para la causa. Con esto arrancamos. Un año después, saciados de nomadismo y necesitados de dinero, encontramos trabajo. Yo en la Patagonia (en un bar, haciendo un programa de viajes en la radio, en una estancia, etc.), y Leevi en Australia.
Normalmente, me sucede que coinciden las necesidades económicas con las ganas de hacer pequeñas pausas. Viajar agota, y estar una temporada quieto en un país es muy enriquecedor. Me gusta que la incertidumbre juegue su papel, me parece mucho más divertido.
La idea era mantener un presupuesto de 5 dólares al día, ¿lo habéis conseguido? ¿dónde os ha costado más y dónde ha sido más fácil?
Es una cifra orientativa, hay días que se gasta más y otros menos, aunque siempre hemos tratado de no sobrepasar excesivamente este límite. El lugar donde nos ha sido más fácil mantener este presupuesto ha sido en algunos países africanos (Mali, Burkina Faso, Tanzania…). Y también en algunos asiáticos (India, Nepal, Camboya, etc.). Donde me ha costado más, quizás, ha sido en las grandes ciudades de Sudamérica (Buenos Aires, Santiago de Chile, etc.), porque en definitiva, las ciudades están hechas para gastar.
Para el alojamiento, recurrís a couchsurfing en las ciudades y a la tienda de campaña en los pueblos, ¿ha sido siempre posible usar una de estas dos alternativas?
Excepto en las grandes ciudades, la tienda se puede plantar en cualquier lugar. Al final, uno la concibe como “casa”, y cuando te metes dentro es como estar siempre en el mismo lugar, aunque a veces el suelo es más blando que otras. La página de Couchsurfing es muy útil, pero no siempre efectiva. También he disfrutado de la hospitalidad de los lugareños y de las comodidades de los hostales (una ducha de agua caliente nunca viene mal). En países como Camboya, Malasia o Tailandia, donde el recibimiento de la gente es asombroso, dormimos en casa de los lugareños casi a diario.
Y para el transporte: hacer autoestop. ¿Es fácil moverse a dedo en regiones tan dispares como África o Sudamérica?
No solo es que sea fácil. Contrariamente a lo que piensa mucha gente, tampoco es peligroso. Habré viajado entre cincuenta mil y sesenta mil quilómetros (no calculo las distancias exactas) utilizando esta metodología, y nunca me ha pasado nada malo. Al contrario, viajar haciendo autoestop te abre una cantidad incontable de puertas. Sin quererlo, te conviertes en un personaje desconocido que genera confianza. Vives las vidas de aquellos que han decidido recogerte. Adoptas roles diferentes (psicólogo, discípulo, conferenciante, ayudante de mecánico, etc.). Además, aprendes a conocer a las personas muy rápidamente, por el tono o las estructuras gramaticales, los gestos, actitudes…
En Tanzania, por ejemplo, nos subió Makongoro Nyerere, el hijo del primer presidente de Tanzania, Julius Nyerere. Pasamos varios días con él, y nos prestó ayuda desmesuradamente. Como ésta, miles de historias más que reafirman lo dicho…
También habláis de viajar en barcos de carga, ¿cómo se consigue uno subir a un barco de carga sin pagar?
No hay una fórmula concreta para conseguir estas cosas. Sería demasiado fácil. Nuestra primera experiencia fue en África Oriental. Viajamos por el océano Índico hacia la isla de Zanzibar en un barco de madera de poco más de veinte metros de eslora, a fuerza de vela. El barco cargaba con sandías y tomates, y la tripulación era joven. No nos podíamos permitir el coste del ferry turístico, así que decidimos hablar con el capitán (Capitán Baraka, ¡este nombre no se me olvida!) de uno de los barcos cargueros. Por un módico precio (un tercio del importe del barco oficial) nos dejó subir a bordo y comer todas las sandías que quisiéramos.
Durante el viaje has vivido momentos extraordinarios, como cuando te tuviste que poner en la piel de un reportero para entrevistar al expresidente de Uruguay Pepe Mujica, ¿hasta qué punto un viaje de este tipo puede transformarte?
Viajar consiste en representar diferentes papeles de un guión improvisado. La entrevista que le hice a Mujica, que está publicada en el libro “Un altro presente è possibile”, de la editorial EDT (Italia), surge de un proyecto educativo, Algunas de las preguntas están formuladas por alumnos de una escuela primaria de la provincia de Girona.
Con ejemplos como este, uno se da cuenta de que con esfuerzo, motivación y constancia se llega a cualquier parte. Hasta a una pequeña chacra a las afueras de Montevideo…
¿Cuáles son los próximos retos viajeros a afrontar?
Mi intención es empezar a subir desde Argentina hasta Canadá y Alaska. La metodología, la de siempre. Tienda de campaña, autoestop, i despacito, que, como dice la canción, las prisas no son buenas.
¿Qué recomendarías a aquellos lectores que deseen mucho viajar sin fecha de vuelta y que duden por si sería negativo profesionalmente dejar unos años “en blanco” en su currículum?
Que se dejen de currículums y salgan a degustar el lado más sencillo y bonito de la vida. Que los verdaderos lujos son el tiempo, la libertad, el continuo aprendizaje y la salud, y esta última no dura para siempre.