Hasta ahora, los hoteles tenían un mecanismo único y ajeno a la ciudadanía para valorar su calidad: las estrellas. No era extraño encontrar un hotel con una determinada categoría que no se ajustaba a esa valoración inicial. En esos casos, el cliente no tenía ninguna forma de protestar o advertir de que dicho hotel no se ajustaba a la calidad esperada.
Ahora, con la popularización de Internet como instrumento social y de participación ciudadana, por fin todos tenemos la posibilidad de juzgar, criticar, alavar o simplemente describir, qué nos ha gustado y qué no. Aunque es todavía escaso el porcentaje de la población que recurre a este medio para comprar o informarse acerca de hoteles, viajes o vuelos, es una parte del mercado que cada vez está adquiriendo mayor importancia. De eso son muy conscientes todos los que ganan dinero con el sector turistico (compañias aereas, hoteleros, etc).
La última reacción del sector se ha producido en Fitur (leido en Barrapunto). Parece ser que a la gente que tiene establecimientos no le gusta que opinen de ello sus usuarios y prefiere que sigan siendo «profesionales» los que les juzguen. Pues lo sentimos mucho, pero el imperio de la ley del silencio se ha terminado y de ahora mismo sus establecimientos, igual que las compañias aereas, los restaurantes, los atractivos turisticos, las ciudades, y tantos otros elementos ajenos al sector turistico, los vamos a juzgar sus usuarios, así les pese a algunos.