Gdansk es la ciudad de nombre impronunciable (al menos para nosotros, puesto que nunca nos entendían), tiene un casco histórico pequeño pero con una impresionante concentración de edificios y monumentos históricos. Además, los martes hay 4 museos que son gratuitos: el del ambar, el ayuntamiento, una casa burguesa y la Corte del Rey Arturo. En estos museos pasamos una mañana entera. Luego comimos en nuestro restaurante BBB de Gdansk (36 PLN) y nos fuimos a descansar al hostel. Por la tarde merendamos en el mismo hostel te y unas pastas que nos compramos en un puesto de la calle (2 PLN, ver foto) y compramos pan para la cena (5 PLN).
La verdad es que este y el siguiente día fueron muy “lights”, pero nos encanta viajar lento. Si hubiésemos tenido prisa se podrían haber condensado en uno solo.
Al día siguiente fuimos a la ciudad hermana de Gdansk: Sopot. Sopot es un municipio playero y vacacional al norte de Gdansk. Al parecer por aquí veranean muchos polacos y, sobretodo, muchos alemanes que encuentran un lugar cercano y asequible para pasar unos días de asueto. Los polacos también suelen referirse a esta ciudad junto con Gdansk y otro pueblecito de pescadores un poco más al norte como la “triple ciudad” ya que la distancia entre estos es escasa.
El día empezó con un excelente desayuno y un paseo hasta la estación de trenes para comprar el billete del día siguiente a Poznan (112 PLN). Desde allí mismo tomamos un tren a Sopot. Los tranvías y los trenes locales cuestan lo mismo, el billete se compra en la misma parada antes de subir (en unas maquinas que están también en inglés) y deben ser validados. Si vas a utilizar 3 viajes o más te conviene comprar el abono diario que cuesta 10’40 PLN y te sirve durante todo el día. El ticket normal, por cierto, solo te permite ir en una dirección, es decir, en el tranvía en el que validas, mientras que hay otro ticket un poco más caro que te permite ir en cualquier combinación durante una hora. El transporte urbano es comparativamente mucho más caro que el transporte interurbano, lo cual no deja de resultar curioso. Por cierto, mirad los huertos urbanos o mini-fundios (algunos hasta con una caseta) que tienen los polacos y que descubrimos en los múltiple desplazamientos en tren:
La verdad es que de Sopot nos esperábamos otra cosa. Nos habían vendido que era el Benidorm de Polonia y ni mucho menos. Había bastante gente, pero ni por casualidad había la cantidad de gente que te puedes encontrar en Benidorm incluso en pleno invierno. También nos habían dicho que, aunque difícil, era posible encontrar algo de ámbar en sus playas, pero tampoco era así. Sus playas de arena eran apetecibles para el baño (si hubiera hecho calor), pero ni rastro de ámbar. Hablando de ámbar, el precio aquí es incluso más alto del precio que se puede encontrar, por ejemplo, en la mencionada Benidorm. De momento, el lugar del mundo dónde más barato encontramos el ámbar ha sido en Riga.
El arriesgar a la hora de comer tiene sus cosas. En Polonia es habitual que exista una especie de “menú del día” que se compone de una sopa y un plato principal (a veces también de agua o un zumo). Pues bien, nosotros habitualmente arriesgamos y pedimos el menú del día o uno de los menús (si hay varios) a pesar de que nuestro dominio del idioma polaco es inexistente. En Sopot nos lanzamos con uno de estos menús a 10 PLN y rozamos la cagada. Resultó que nos habíamos metido en un restaurante vegetariano y la supuesta carne de nuestra “calsone” y de nuestra enchilada mexicana era en realidad tofu o una guarrería por el estilo. La calsone aún nos la pudimos comer, lo otro era simplemente incomible. Un error garrafal en tantos días de arriesgar y por solo 30 PLN tampoco era nada. Desde luego es muy recomendable pedir comidas polacas ya que suelen ser muy buenas, pero cuando los polacos se desvían y tratan de imitar costumbres «occidentales» los resultados pueden ser catastróficos.
En el regreso a nuestro hostel hicimos una parada técnica en un Carrefour. Llevábamos tiempo detrás de un calentador de agua para hacer te que habíamos visto en el viaje del año pasado a los países del este (pendiente de subir la crónica) y que no pudimos comprar. Por solo 30 PLN conseguimos el aparatito difícil de encontrar en España y mucho más barato. También compramos un pollo al grill para cenar y bebida (12 PLN).
Gastos
Día 1
Comida → 36 PLN
Merienda → 2 PLN
Cena → 5 PLN
Día 2
Tren a Poznan → 112 PLN
Batido → 3 PLN
Tranvías → 2x3x2’80 PLN
Comida → 32’90 PLN
Calentador de agua → 30 PLN
Cena → 12 PLN
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