Hoy es el día de la excursión al pueblo Nubio. La excursión es opcional, así que si la quieres hacer tienes que pagarla aparte (30 €). Nosotros decidimos que la haríamos por nuestra cuenta, así que nos levantamos cuando se levantó el resto de los pasajeros, pero en la puerta tomamos caminos diferentes. Nuestra primera idea era contratar una motora para hacer ambos recorridos, pero por circunstancias del regateo acabamos contratando una faluca (20 LE). La falta de viento nos hace sufrir un poco, pero al final la faluca empieza a moverse sin necesidad de los remos.

Además del precio y de la libertad de movimientos, lo bueno que tiene hacer las excursiones por tu cuenta es que no coincides con los turistas y puedes visitar los monumentos y atracciones sin aglomeraciones ni prisas. Llegamos al pueblo Nubio y no había nadie, algunos (pocos) vendedores callejeros y la gente que vive en ese pueblo. Nadie más. Ni un solo turista. A pesar de que el pueblo es medio turístico, como no hay ni un turista por allí, nos parece hasta agradable.

Un chico en el embarcadero con una metralleta (probablemente policía), nos hace de guía. Nos acompaña por la plaza del pueblo, nos cuenta dónde estaba la casa de un inglés rico que viene todos los años, nos enseña el pozo… y finalmente, nos lleva a la casa de un familiar suyo dónde encontramos a dos mujeres (madre e hija) que nos sacan un par de coca-colas (30 LE, precio desorbitado, pero lo hacemos para ayudar, no por la bebida en sí) y nos ofrecen hacernos tatuajes de henna. Nuria se hace uno de estos tatuajes (20 LE). Charlamos con las mujeres, que son bastante diferentes al resto de mujeres que hemos visto en Egipto. Cuando ya hemos terminado con el tatuaje, nos despedimos de las mujeres y volvemos al embarcadero. En una de las tiendas, antes de salir del pueblo, compramos una muñeca tradicional nubia (10 LE). Al hombre de la metralleta le damos 20 LE cada pareja como propina (60 LE en total, demasiado, pero el resto de parejas se empeñaron en que así fuera).

El chico de la faluca nos pregunta que tal nos ha ido y que nos ha parecido (todo esto en inglés, pues el pobre, de Español nada). Le contamos y nos explica que él es Nubio. Nos cuenta toda la historia de su pueblo, de cómo les expulsaron para construir la presa de Aswan y como les recolocaron en la otra orilla del Nilo. Con una sonrisa, nos cuenta lo dura que es la vida allí, que él con 16 años es el hijo mayor y por eso tiene que trabajar duro para ayudar en su casa. El viaje de retorno en faluca fue mucho mejor que el de ida y que el del día anterior, había viento y la faluca se movía con total libertad. Nuestro amigo nos contó que era posible contratar una faluca grande, con camarotes para hacer el mismo crucero por el Nilo que hacen las motonaves. No recuerdo el precio que dijo, pero sí puedo recordar que Nuria y yo nos quedamos mirando como diciendo: “no puede ser, ¡y a nosotros nos cobran una burrada por el crucerito!”.

De regreso a la ciudad, vamos al mercado a comprar la camiseta que habíamos encargado el día anterior (20 LE). La gente de los puestos ya nos conocen y nos saludan.

Regresamos al barco para hacer las maletas, comer y salir hacía el aeropuerto, ya que hoy termina el crucero y tenemos un vuelo a El Cairo. En el aeropuerto, después de hacer una larga y caótica cola para facturar, entramos en la zona de embarque, dónde visitamos las tiendas sin comprar nada (precios europeos). Desde el avión vemos las pirámides de Ghiza. Hemos tenido suerte volando de día, ya que la imagen vale la pena.

En cuanto llegamos a El Cairo intentamos cambiar dinero sin éxito. Tenemos prisa para que nos lleven al hotel y empezar a explorar la ciudad. Pero no, unos turistas (en el más desagradable sentido de la palabra), empiezan a lloriquear y protestar porque no les van a llevar a su hotel 5 estrellas en el centro y a cambio los llevan al Mena House (el mejor hotel de la ciudad). Lo bueno de todo es que los llevan los primeros para que no lloren más y así aprovechamos para bajar y visitar tan famoso hotel. Aprovechamos también para cambiar 100 dolares.

Nuestro hotel se llama Oasis. Las habitaciones son una especie de bungalows en un gran jardín con piscina. Sólo el baño es tan grande como todo el camarote del barco dónde estábamos. Entre unas cosas y otras se ha hecho bastante tarde, por lo que decidimos quedarnos a cenar en el hotel. Hay un restaurante italiano en el hotel dónde cenamos por todo lo alto, con precios caros, pero un día es un día (75 LE). No nos sumamos a la fiesta en el hotel, ni nos vamos a fumar shisha con los vascos. Preferimos acostarnos pronto y levantarnos frescos mañana.

Gastos del día
100 LE (excursión pueblo Nubio, con tatoo de henna y muñeca de recuerdo)
20 LE (camisa bordada)
75 LE (cena)

Total: 195 LE

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