Nos despiertan sobre las 8. Es la primera noche que hemos dormido de verdad en Egipto. Nos duchamos y desayunamos comentando la próxima visita que será al templo de Horus en Edfu. Tras el desayuno, en la hall del barco, el guía nos da una breve charla sobre el templo que vamos a ver. Tras la explicación, a Nuria se le ocurre pedir el pasaporte que este personaje mantiene secuestrado desde el primer día. Amed se cabrea muchísimo, especialmente por haberlo pedido delante de los demás pasajeros, ya que algunos también piden su documentación. El guía empieza a amenazarnos en plan “ya veréis lo que hacéis si lo perdéis”, “algunos turistas ya perdieron el suyo”… Tonterías. El pasaporte es nuestro y nosotros lo custodiamos. Tras discutir un buen rato, nos da de muy mala gana nuestros pasaportes. Desde ese mismo momento, Amed nos apuntó en su lista negra. No importa, nosotros a él le tenemos en una buena posición en la nuestra.

El viaje al templo de Horus se hace en calesa. Es realmente divertido ir en calesa por mitad del caos de tráfico de Edfu. Parece una carrera de cuadrigas. Nuestro intrépido piloto adelanta a unas cuantas calesas dónde viajaban gente mayor que le pedía a su piloto que no fuera muy rápido.

La visita al templo la tenemos que hacer con el guía. Nos dimos cuenta lo jodido que es tener que seguir a un pelma todo el tiempo. Lo peor es que no puedes llegar y quedarte fascinado con la maravilla que tienes enfrente, ya que el tío no se calla ni debajo del agua y, además, te deja el tiempo justo para hacer 3 fotos. ¿Porqué no puedo sentarme en el suelo 10 minutos a contemplar la fachada del templo? Pues no, 1 minuto de charla allí y corre-corre que es el turno de nuestro grupo.

El templo en sí está muy bien conservado y guarda el encanto de épocas pasadas. La visita es más que recomendable. Cuando al final de la visita nos deja tiempo libre, aprovechamos para ver con más detenimiento lo que más nos había impactado del monumento y a la hora en punto nos dirigimos hacía el lugar de encuentro de las calesas. Viendo que faltaban 5 minutos y que allí no había nadie, nos acercamos al mercadito a ver si encontramos unas chilabas para la fiesta de disfraces que se iba a celebrar. Los muy caraduras, quieren alquilarnos unos disfraces a casi el precio que cuesta comprarlos en el mercado. Nos probamos alguna en la tienda de un vendedor insistente (hasta hacerse pesado). Pero no nos convencen, además tenemos poco tiempo, tenemos que volver antes de que nos vuelvan a reñir. Por cierto, que los vendedores de Edfu no tienen mucho problema en sobar a las turistas… Al final, nos vamos, y el vendedor nos grita desde la distancia. Habíamos conseguido bajar el precio desde los 80 € iniciales a algo menos de 8 € por 2 chilabas.

Después otra carrera de calesas con parada para hacer una foto incluida. Por cierto, aquí hubo algunos problemas con el conductor que quería 1 euro por “habernos permitido” hacer una foto, después de que le hubiéramos dado algunos caramelos a su hijo y le ofreciéramos 50 piastras a él (1/2 LE). Hay que ser duro o te pasarás el día dando propinas, al que, probablemente, menos se la merece.

Antes de subir al barco, le compramos agua a un chico que nos la ofrece (7 LE por 2 botellas de 1’5 litros). En el barco es más cara. Comemos una especie de lasaña de verduras y lenguado con postre a base de frutas. No está mal, pero prefiero los buffets. Luego siesta para descansar mientras el barco avanza hacía Kum Ombo.

Nos despertamos a la hora del té de la tarde (17:00), nos vestimos y subimos a tomarnos el té rápidamente para asistir a la charla sobre el Egipto actual con Amed. Se crea una polémica bastante grande acerca del papel de la mujer en la cultura islámica y sobre si el gobierno egipcio es democrático o no (esta vez ni Nuria ni yo intervenimos). La discusión termina cuando nos anuncia que el barco ha atracado en el puerto. Todo el mundo vuelve a sus habitaciones para desembarcar con la cámara de fotos preparada.

El templo es muy bonito, sobretodo porque como había empezado a anochecer, está iluminado por unos focos colocados estratégicamente que dan una atmósfera irreal al lugar. A Nuria le encanta encontrar entre los grabados del templo algunos dónde se muestran utensilios y técnicas médicas de la época. También hay un nilometro y algunos elementos interesantes que hacen interesante la visita al templo.

Al salir del templo nos metemos en un mercadillo que hay en el puerto aún a riesgo de que nos vuelvan a decir que nos “separamos” del grupo. No somos los únicos. Compramos 7 pulseras de escarabajo y un collar por 10 LE (ya tenemos regalos para todos). Además, cuando ya habíamos salido del templo, un niño le pidió a Nuria que le diera dos besos. Nuria se los dio y el niño dijo “regalo, regalo” y le extendió la mano ofreciéndole otra pulsera de escarabajos, pero mucho más elaborada. En otro puestecito de camino al barco hemos comprado un par de “pashaminas” por 10 LE cada una (una roja y otra morada). Cometimos el error de darle unos caramelos a un niño que venía todo el rato detrás de nosotros, con lo cual apareció una docena de niños de todos los tamaños pidiéndonos algo u ofreciéndonos algún tipo de baratija. Lamentablemente no teníamos caramelos para todos.

Durante la cena había una fiesta de disfraces, pero nosotros no tenemos, así que vamos “de paisano” como la mitad del pasaje. Este es otro de los timos de los mayoristas, además de las paradas en los bancos y tiendas dónde tienen comisión, las excursiones extra, etc. La cena era típica comida egipcia, muy buena, por cierto, especialmente los pasteles, muy sabrosos y extremadamente dulces.

Después de la cena hemos ido a hablar con nuestros amigos, los chicos vascos, que quieren ir por su cuenta a hacer la excursión al templo de Philae y al mercado de las especias. Quedamos en ir al templo de Philae.

Volvemos a la habitación para acostarnos y nos encontramos con una divertida sorpresa. El personal que se encarga de la limpieza (que por cierto, limpian y hacen la cama dos veces al día), habían hecho con toallas y cojines un muñeco que estaba acostado en la cama. La tripulación del barco son una gente estupenda, divertida y muy atenta, que ponen el contrapunto con los guías. Es bueno ver que no todos los que ganan dinero del sector turístico son unas alimañas.

Frases del día:

– Vendedor en Edfu: “Español, rácano, catalán”.
– Kum Ombo “más barato que en Andorra”, “más barato que en el Continente, más barato que en el Carrefour”.
– Un niño: “este boli no, uno automático” (refiriéndose a un boli Vic que le habíamos regalado).
– Un turista le dice a un niño: “Real Madrid” y el niño le recita la alineación completa.

Gastos del día
7 LE (2 botellas grandes de agua)
10 LE (pulseras y collares)
20 LE (2 pashminas)

Total: 37 LE

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