Llegamos a las 10:00 a Tucumán, con un retraso mínimo. El viaje en autobús fue muy agradable, dormimos muy bien y nos despertamos frescos. En la misma estación conseguimos un mapa de la ciudad que nos ayuda a situarnos y a acercarnos andando al centro (muy cercano) donde buscamos algunas agencias de alquiler de coches que nos había marcado sobre el mapa la chica de la oficina de turismo de la estación de Tucumán. Hemos decidido que la mejor forma de ver la zona de Salta es en coche, ya que aunque gastemos un poco más de dinero en ello, podremos ir más libremente y no tendremos que esperar a combinaciones complicadas de autobuses. No nos equivocamos.
Encontrar una agencia que te alquile un coche es una odisea, pero al final conseguimos un buen coche por poco dinero. Tuvimos que esperar muchísimo tiempo a que viniera a atendernos alguien de la agencia Avis situada en el Hotel Mediterráneo del centro de Tucumán, con los que habíamos hablado por teléfono y nos habían asegurado disponer de coches de la clase económica. Mientras Nuria esperaba, Ivan fue a buscar otra agencia, pero en todas ponían problemas: o no tenían ningún coche de gama baja, o no disponían de ninguno hasta la tarde… así, que seguimos esperando. Y tuvimos suerte: llegó el empleado y nos dijo que no tenían ningún coche disponible. Nervios, tensión, le pedimos explicaciones… Nada, no era posible. Pero entonces apareció la solución. Una mujer devolvió un coche de 4 puertas, todo sucio y sin apenas gasolina y el chico nos propuso que nos lo quedáramos pagándolo como uno de clase económica. Perfecto, solucionado y además conseguimos un coche mejor. El precio 158$ al día, pero no se paga hasta el final, sólo nos bloquearon unos miles de pesos en la tarjeta de crédito.
Salimos de Tucumán buscando la carretera hacía Cafayate por la quebrada que nos han recomendado. Dicen que es bastante bonita. Primero, eso sí, una parada en una gasolinera, perdón, en dos gasolineras, puesto que en la primera no tienen combustible. Antes de la huelga de camioneros que sufrió España me parecía algo increíble que una gasolinera no tuviera combustible. Ahora entiendo lo que sufren a diario los Argentinos. Llevaban 19 días de huelga, con cortes en las principales carreteras que habían dejado desabastecido a medio país. Llenamos el deposito por si acaso (54$).
La ruta por la carretera, no era bonita, era espectacular. Nos dejó impresionados. La primera parte, antes de desviarnos hacía la quebrada, era una carretera normal y corriente. Pero en cuanto entramos en la quebrada, fue un cambio espectacular. De pronto nos encontrábamos en mitad de una tupida selva, con lianas, helechos, riachuelos… Pero es que de pronto el paisaje cambia y se convierte en enormes y despejados prados, como los de Irlanda o el norte de España, con sus vacas pastando y sus granjas incluidas. Pero es que en pocos kilómetros se convierte en un desierto lleno de captus gigantes (Cardones), digno de cualquier película del Oeste. Impresionante.
La primera parada fue en un pequeño museo al aire libre con multitud de menhires. Es un museo interesante si tienes tiempo para detenerte y no es muy caro (2×2$). Pasamos tambien muy cerca de una especie de pantano grandísimo.
Paramos en decenas de miradores, nos adentramos un poco en aquellos preciosos paisajes y, casi sin darnos cuenta (se nos olvidó comer), llegamos a Tafí del Valle. En Tafí visitamos el museo de la Pachamama (2×10$, un poco caro). Se trata de un recinto muy bonito y cuya visita resulta muy interesante, aunque su propietario es un cacique que no se merece la publicidad que le estamos haciendo a su negocio. Para compensar esto, un poco más adelante, justo antes de desviarnos hacia las ruinas de Quilmes tenemos una casa del pueblo dónde los herederos legítimos de aquellas tierras tienen su bar y lugar de reunión.
La visita a las ruinas de Quilmes fue especialmente interesante. Estaba anocheciendo y el cielo oscilaba entre tonos rojos y morados. Además, para explicarnos las ruinas nos acompañó un hombre que sabía muy bien de lo que estaba hablando. No sólo nos contó lo que veíamos (las ruinas), sino que también nos contó toda la historia del cacique local que se apropió de las ruinas y que quería explotarlas para su provecho y como el pueblo se organizó y se lo expropió. La entrada es voluntaria (dimos 10$).
De regreso a la carretera principal llevamos a nuestro guía y a un compañero hasta su casa, mientras nos contaban como era su vida actual. Ya había anochecido y sólo nos quedaba llegar hasta Cafayate para pasar la noche. Fue el tramo de viaje más aburrido, ya que aunque probablemente el paisaje debería ser interesante, la noche era bastante cerrada y nosotros estábamos ya muy cansados.
En Cafayate aparcamos cerca del centro y fuimos a preguntar a una Tourist Info que había allí para informarnos de qué hacer y de dónde dormir. Nos dicen un par de sitios «baratos» que luego no resultan serlo tanto. Preguntamos en un hostel que encontramos y nos indican que el precio es 25$ por persona en habitación de 12 personas, pero no nos convence, así que seguimos preguntando y encontramos una casa un poco más alejada (en la calle Cajamarca 15, preguntad en la oficina de turismo) dónde una mujer nos atiende muy bien y nos ofrece una habitación doble con casi baño (está fuera pero a 1 metro de distancia) por 50$ con desayuno y parking para el coche.
Después de eso, con el cansancio que llevábamos encima, sólo tuvimos fuerzas para llevar una bolsa de ropa a la lavandería y para ir a cenar. Ya que no habíamos comido, nos dimos un homenaje en la cena. Fuimos a un restaurante en la misma plaza de armas de la villa con velitas y música (54$). Un gran colofón a un día redondo.
Gastos del día:
- Gasolina 54$
- Menhires 4$
- Museo Pachamama 20$
- Ruinas del Quilmes 10$
- Noche hostal 50$
- Cena 54$
Total: 192$