Cabo Frío me ofreció una de las imágenes playeras más impresionantes de mi vida. Imagina una playa gigantesca, de esas que entre el paseo marítimo y el agua hay al menos 150 o 200 metros e imagina ahora que la playa es tan larga que se pierde en tu horizonte. Bien, pues ahora llénala de gente de tal manera que mires dónde mires encuentres una persona bañándose, paseando o simplemente tomando el sol. Esa es la estampa que nos encontramos en Cabo Frío cuando fuimos.
Para ser sinceros, hay que tener en cuenta que fuimos durante un puente de semana santa, por lo que es posible que la ocupación de la playa fuera bastante más alta de lo habitual. Pero en cualquier caso, la playa de Cabo Frío es impresionante, con o sin gente, ya que playas urbanas con tanta arena y tanta calidad de aguas, hay pocas.
Por lo demás Cabo Frío es como Buzios, pero más ciudad. Me explico: Cabo Frío es como el centro urbano, la ciudad originaria que se montó aquí antes de que esto se convirtiera en un enclave turístico. De Cabo Frío salieron dos apéndices (Buzios y Arraial Do Cabo) que por la calidad de sus playas y por la mayor tranquilidad se convirtieron en destinos en sí mismo. Pero en realidad, la distancia entre estas localidades es muy pequeña y se puede elegir cualquiera de ellas como punto de partida o estancia para luego visitar las demás (el autobús es muy barato entre ellas, unos 4 R$).
Comimos algunas cosas del desayuno y buscamos la famosa calle de los bikinis, pero no la encontramos.
Gastos:
Bus Cabo Frio -> 2x2x4 R$
Crema solar → 10 R$
Furgoneta → 2×2 R$
Cena → 19 R$
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