23/4 Surrealismo in crescendo

Sonó el despertador y empezamos a levantarnos. Al poco rato apareció Ser que muy amablemente nos dijo que ya era la hora de levantarnos y que en seguida nos traerían el desayuno. Así fue, su hermana Nuri vino con una bandeja con té y algunas pastas para empezar el día. Nosotros ya lo habíamos recogido todo y estábamos dispuestos para irnos, así que en cuanto terminamos nos despedimos de la familia y subimos al taxi.

Ser nos llevó al lago rosa, que no estaba muy lejos de su casa, aunque la carretera para llegar allí era un poco polvorienta. Paramos un par de veces para contemplar las extracciones de sal y el color rosado del agua. En una de esas ocasiones un par de vendedores pesados consiguieron colocarnos unos cuantos regalos (7 €, todo el dinero que llevábamos en moneda europea).

La última parada que hicimos en el lago fue en el lugar dónde me imagino que dejan bajar a los turistas que vienen en los autocares. Hay algunos restaurantes, un par de hoteles y un montón de tiendas de souvenirs. Allí nos encontramos de nuevo al francés con el que compartimos el camión en Bandia, que llegaba en taxi a visitar el lago.

Le pedimos a Ser que nos dejara en Rufisque dónde pudiéramos coger un bus para Dakar, ya que no queríamos molestarlo más. Me quedé con las ganas de visitar un santuario de tortugas que hay por esa zona, pero me pareció pedir demasiado. Le dimos 10000 CFAs como agradecimiento. Al principio no quería cogerlas, pero supongo que se dio cuenta de que le vendrían muy bien y que para nosotros no es mucho dinero. Nos dejó en la parada del autobús, nos dijo cuanto costaba y que número teníamos que coger. Nos quedamos esperando unos 10 minutos y cuando vino el bus, no se de dónde, apareció Ser y se despidió de nuevo de nosotros.

El autobús tardó una hora en llevarnos al centro de Dakar (400 CFA). Visto como se las gastan algunos taxistas de Dakar, decidimos ir andando hasta el hotel. Habíamos elegido el hotel más barato de la Lonely Planet para alojarnos en Dakar. Además daba la casualidad de que no estaba muy lejos del centro, así que podríamos salir tranquilamente por las noches. Sin embargo, cuando llegamos al hotel descubrimos que habían derribado el edificio entero. Desesperados, consultamos la LP y decidimos que nos arriesgaríamos a pasar una noche en un hotel muy céntrico (en la misma plaza de la independencia) con un precio relativamente económico para el estándar de la ciudad, pero que es utilizado como prostíbulo.

El “hostal provençal” no estaba lejos, apenas a 10 minutos andando. El sistema para entrar era realmente extraño, puesto que tenias que entrar en el bar-recepción de lo que era el prostíbulo en sí mismo para pedir que te abrieran la puerta de la zona de las habitaciones. Un chico tipo “segurata” de discoteca era el encargado de ir a abrir. A veces te veían venir por la calle y ya directamente el “segurata” iba y te abría sin tener que pedirlo, lo que da una idea de lo controlado que tenían el asunto. Las habitaciones no estaban mal, tenían baño y una cama supletoria que nos vino muy bien para dejar los trastos que llevábamos. Decidimos quedarnos una noche para probar y al día siguiente decidir si nos quedábamos o no. Tuvimos que pagar por adelantado (14800 CFA).

Teníamos hambre, así que tras callejear un rato entorno a la plaza de la independencia buscando algo decente de comer, decidimos hacerle caso a la guía y fuimos al restaurante “Du Center” del que hablaba muy bien. A pesar de que la guía era del 2007, el restaurante tenía unos precios sensiblemente más caros de los publicados (7500 CFA) y la calidad no es que fuera algo extraordinario. Nos falló la Lonely.

Por la tarde, fuimos a visitar la zona de la avenida de la república, subiendo por las callejuelas cercanas al mercado y regresando por la zona de la playa. No nos sentimos en peligro en ningún momento, tal y como alguna gente describe. Hay algunas iglesias y mezquitas que se suelen visitar, pero tampoco era algo que nos interesara mucho. Sin embargo, el parque del centro cultural francés sí que nos gustó bastante. Sin mucha prisa, se puede decir que nos pateamos todo Dakar en una tarde.

(continua)

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