Creo que Miquel Silvestre (Denia, 1968) no necesita presentación. Hemos hablado muchas veces de él y sus hazañas aquí en Apeadero y hoy tenemos la oportunidad de entrevistarle. Por si aún queda algún despistado por ahí, Miquel es el protagonista de Diario de un Nómada, ha escrito varios libros (sobre viajes y ficción), es autor de varios blogs y, sobretodo, es un auténtico viajero que en todas las facetas de su vida y su profesión nos muestra que viajar es posible si uno se despoja de los miedos e inseguridades que nos inculcan desde pequeños.
Os recomiendo seguirle en su canal de YouTube, en Facebook y Twitter. Así podréis ver vídeos como este que os dejo antes de la entrevista y en el que se puede ver lo que es la esencia de un viaje.
1. Diario de un Nómada va ya a por su tercera temporada, ¿cómo se convierte un viajero en estrella de televisión?
No soy una estrella ni mucho menos. Ni siquiera famoso. La celebridad de la televisión dura lo que dura la serie en antena. Eso pasa rápido. Lo que quedará son los libros. Ahora me conoce mucha más gente por mi trabajo audiovisual pero para mí es solo un medio para un fin: llegar a más lectores. La realidad es así de triste: un escritor que no sale en televisión no será conocido ni leído. Eso obliga a gente inteligente a decir tonterías por la pequeña pantalla. Pero así es el juego. Los vídeos me hicieron un personaje popular en Internet y ellos me llevaron a tener una serie de televisión. Comencé a colaborar en La2 en el programa La Aventura del Saber con vídeos cortos y alguien de programación me propuso hacer una serie si yo la producía, financiaba y dirigía. Parecía imposible, pero conseguí el dinero, compré el material de filmación y contraté los cámaras. Crucé Sudamérica en 100 días, regresé a España, monté 13 capítulos en mi casa, los entregué en TVE, los emitieron y tuvieron bastante reconocimiento. Así ha sido todo. Pero yo hice la serie porque esperaba llegar a más personas y que algunas de las cuales, aunque fueran una minoría, se sintieran interesadas en leer lo que yo escribo. Y hago esto siendo consciente de que eso supone que te pasen la prueba del algodón. Pues la serie y la tele y todo el circo mediático por sí solo no sería nada si no hubiera un respaldo detrás, algo sólido que sustente el edificio, y eso en mi caso son los libros.
2. ¿De dónde te viene la pasión por viajar en moto? ¿Por qué una moto y no un coche o una bicicleta?
Libros y motos están mezclados en mi infancia de modo indistinguible. Fui un niño lector que no jugaba al fútbol porque prefería quedarse leyendo. Pero también fui un niño motorista. Tuve mi primera moto a los ocho años. Una preciosa Montesa Cota 25 de color rojo que me regaló mi padre. Tras aquella miniatura tendría que esperar hasta los veinte años para conseguir una Yamaha XT 350. Aquella trail me dio algunos de los mejores momentos de mi juventud. La vieja nacional III la recorrí muchísimas veces para ir a ver a Susana, mi novia de la veintena. Ella estudiaba en Valencia y yo en Madrid. Con esa motocicleta monocilindrica descubrí el adictivo sabor de la libertad. Cuando con veintidós años hacía servicio militar obligatorio, la imagen recurrente que aparecía en mis sueños de escapada era una larga carretera, el sonido del motor de la Yamaha y el largo y rizado cabello de Susana flameando tras ella como la estela de un cometa rubio.
Mi padre siempre tuvo motos. Las motos estuvieron ahí de modo natural, sin darles importancia. Para mí las motocicletas formaban parte del escenario sin atribuirles un valor específico de objeto tribal. Jamás tuve que engañar o convencer a mi madre para que me dejara montar en moto. Mi padre me enseñó a disfrutar de las motos, a no temerlas ni tampoco a adorarlas. Me llevó hasta ellas de un modo no asociativo o gregario. Nunca fue un motero, sino un motorista. Un caballero solitario en su chupa de cuero negro. Y así fui yo. Siempre evité las concentraciones y salidas en grupo. De mis amigos, yo era el único que montaba en moto. No creía tener nada en común con nadie solo porque ambos usáramos el mismo tipo de vehículo. Para mí las motocicletas siempre fueron herramientas para alejarme de la manada. Nunca para acercarme a una, cualquiera que esta fuera.
3. Imagino que ahora tus viajes se financian con tu trabajo en Diario de un Nómada, conferencias, libros y afines, pero, ¿cómo lo hacías en tus inicios, antes de profesionalizarte? ¿de dónde sacabas el dinero?
Yo había aprobado las oposiciones de registrador de la propiedad. Había trabajado cinco años y estando soltero tenía algo de dinero ahorrado. Decidí pedir la excedencia, dejar el despacho y los ingresos. Aunque ahora pudiera parecer que dar la vuelta al mundo en moto era mi plan de hombre harto, no lo hice para eso sino para escribir. Ahora todos los días sé de alguien que asegura estar harto de su vida y que lo deja todo atrás para dar la vuelta al mundo en moto, en bicicleta, en globo o a pie. Normalmente estas personas lo primero que hacen es abrir un blog para contar lo hartas que están y lo muy interesante que será seguirlas en un viaje personal que contarán con todo lujo de detalles en vídeo, posts, Facebook, twitter e instagram. Algunas de estos apóstoles del hartazgo viajero me tienen como modelo, reconocido o no. Y sin embargo, nunca he creído tener nada que ver con ese ideal del viajero multimedia, ubicuo y parlanchín, entre otras cosas porque creo que esa frenética actividad poliédrica del darse a conocer por las redes sociales cortocircuita el sincero empeño de conocerse a uno mismo. Ocupado permanentemente en filmar, fotografías y contar no se tiene literalmente tiempo de mirarse por dentro.
4. Precisamente recuerdo que en uno de tus vídeos de tu canal de YouTube comentabas que «solo tu conoces lo que te ha costado todo esto» y enumerabas todo lo que habías perdido (dinero, huesos rotos… y hasta una novia), ¿ha valido la pena?
Definitivamente. Ni por asomo se me pasó por la cabeza dejar el despacho para dar la vuelta al mundo en moto o actualizar gratuitamente un blog. Se trataba solo de escribir. Iba a ser un año sabático dedicado exclusivamente a crear una gran novela, la mejor que hubiera escrito nunca, pues ya tenía 4 libros de ficción publicados comercialmente. Si decidí salir de España, fue solo para tomar distancia, y si lo hice en moto fue porque la moto siempre estaba ahí, como objeto cotidiano, y quería que siguiera siéndolo. No me planteé nunca “monetizar” mi experiencia a través de las redes sociales. El año mínimo de excedencia lo iba a sufragar con mis ahorros. Afortunadamente, no tenía ni cargas familiares ni deudas y puedo ser bastante frugal. Prefería pasar alguna estrechez y ser libre. No sabía entonces lo acertada que iba a ser esa decisión, que definitivamente cambiaría mi vida a mejor. He dejado de ganar mucho dinero en estos 8 años sin ejercer de registrador, pero las experiencias obtenidas me he hecho inmensamente rico. Si preguntáramos a viandantes al azar si están de acuerdo con la definición de riqueza como posesión de aquello que no se cambiaría por dinero, con toda seguridad obtendríamos un mayoritario asentimiento.
5. Hay varios vídeos en los que tratas de dar una visión del mundo distinta a la que nos venden, un mundo lleno de peligros y mala gente, ¿crees que tu programa y tus libros pueden ayudar a combatir esa falsa visión del mundo?
No soy tan presuntuoso como para pensar que mis libros combaten la visión del mundo que dan los informativos. Tienen un efecto mucho menos ambicioso y solo en aquellos lectores preparados para dar el salto al vacío. Creo que mis libros han conseguido algo que reconocen muchos lectores: hacerles desear su Gran Viaje. Muchos de quienes los leen se convencen de que el mundo no es tan terrible, de que si un oficinista sin experiencia pudo cruzar África en moto, ellos también podrían un día mandar al carajo casa y trabajo para vivir una aventura real que les transforme y que convierta lo que antes era un puro sueño en olor a gasolina, en cerveza fría y en viento real azotándoles la cara.
6. ¿Cual ha sido la situación más comprometida con la que te has encontrado en tus viajes?
Reconocerme como soy en realidad. Cuando terminé mi primera gran aventura de cruzar África de océano a océano, publiqué Un millón de piedras, que es un libro de viajes en moto con mucho más contenido que una simple moto y un tío subido en ella hablando de kilómetros, gasolina, aceite o piezas. Sobre todo ese primer libro de viajes contiene reflexiones, emociones y descripciones del África que no se ve en los telediarios vista por un tipo tonto y pasmado ante un continente salvaje y unos seres humanos diversos e increíbles. No he tenido piedad de mí. Nunca he pretendido ser el héroe de la aventura. La escritura no puede ser nunca un intento de salvación personal pública. Supongo que por eso se convirtió rápidamente en la referencia de este tipo de textos, porque era lo más alejado posible a “ese tipo de textos”, porque el protagonista era un torpe, miedoso o egoísta enfrentado a un mundo exótico y agreste pero que resultaba ser mucho más amable de lo que los noticieros cuentan.
7. ¿Cual es la carretera o ruta más espectacular que conoces? La que todo explorador debería recorrer.
La de sus propios miedos.
8. ¿Qué te queda por recorrer? ¿Cuales son tus próximos proyectos y sueños como viajero?
Tener hijos.
9. ¿Todavía es posible explorar? ¿Es posible ser nómada en el siglo XXI?
Ser nómada no tiene nada que ver con ser explorador. Un nómada es el que vive en movimiento, y puede hacerlo siempre por terrenos conocidos. Todavía hay pueblos e individuos nómadas en el XXI. Un explorador es el que se adentra en terrenos que no conoce para dejar un testimonio que permita repetir su camino. Por ejemplo, los vikingos llegaron antes a América, pero para mí no son exploradores porque no dejaron documentación, mapas, rastros que seguir. Llegaron a Terranova y lo que construyeron se perdió. Un explorador siempre deja un hilo que seguir porque en él hay vocación de descubrimiento, curiosidad y necesidad de compartir, con la ciencia, la literatura o una comunidad de seguidores.
10. ¿Qué sugerirías a un viajero que quiera empezar hoy en día a viajar como tú, con o sin moto?
Que no atienda sugerencias de nadie.
Muy creído lo veo yo a este motero gallego. Mi compadre Emilio Scotto, de Buenos Aires, es récord Guinness y no presume tanto a pesar de que agarró su moto y dio 2 vueltas al mundo conociendo el 100 por 100 de las naciones del planeta. Las últimas respuestas de este motero gallego para tratar de animar al que se inicia en los viajes te deja confuso pues se las da de «sobrao». Debería copiar humildad de José Antonio Ruiz Diez, el viajero Mzungu que vos entrevistaste hace meses, que ha viajado mucho más que este motero gallego, y José Antonio Ruiz Diez ayuda a los pibes del Congo y les construye escuelas, y todo sin presumir de ser buen viajero.
Hola Isaac,
Pues yo no sé si Emilio Scotto es o no es muy creído, solo sé que Miquel aceptó a la primera la entrevista y que con Emilio lo he intentado 3 veces y todavía sigo esperando.
Aún así, lo seguiré intentando, que yo soy muy insistente! 😉
Saludos