29/03 – Alta montaña por Villavicencio
Hoy empezamos a primera hora con una excursión muy deseada: Alta Montaña por Villavicencio. Llegan a buscarnos un poco tarde, pero no pasa nada porque nosotros tambien nos levantamos un poco después. Deberíamos haber salido a las 7:00, pero perdimos media hora entre unas cosas y otras. La puntualidad no es una gran virtud en Argentina. Paciencia.
Nada más salir de Mendoza, una niebla espesa nos envuelve. Vamos medio dormidos en una minivan hasta llegar a Villavicencio, donde nos despiertan para realizar la visita. La niebla es muy espesa y apenas podemos ver más allá de 7 o 8 metros. No podemos tomar la típica foto del hotel que aparece en las botellas de agua, pero aún así el recuerdo de aquél lugar entre la niebla es bastante electrizante.
Continuamos por los llamados «caracoles» escalando poco a poco la montaña. Cuando ya habíamos perdido la esperanza de ver la impresionante imagen de los caracoles serpenteando por la ladera de la montaña, la niebla desapareció y nos regaló unas impresionantes vistas con las nubes bajo nuestros pies.
Cuando llegamos a la parte más alta de los caracoles, ya sin la espesa niebla, el paisaje casi desértico, junto con los guanacos terminaron de despertar a todos los presentes. Todo el mundo se amontonaba en las ventanas izquierdas o derechas cuando alguien alertaba acerca de algún tipo de acontecimiento.
Luego la gran atracción: el mirador del Aconcagua. El monte aparece allí al fondo, destacando entre los demás, pero sin la impresionante visión que debe producir desde el campo base. Después una parada para almorzar en un pequeño pueblecito y continuamos camino hacia el Puente del Inca.
El Puente del Inca es lo más impresionante de la excursión. Se trata de un puente natural que une las dos laderas de un riachuelo pero que tiene la particularidad de que está recubierto por una capa amarillenta debido al arrastre de azufre que tienen las aguas. Es realmente impresionante. En el mercadillo anexo venden una chorrada pero que tiene una curiosa historia. Se trata de objetos normales (zapatillas, piedras, relojes…) con la particularidad de que están «petrificados» en azufre. Es curioso. No compramos nada, entre otras cosas porque es un material muy frágil. Sí que compramos una piedra (3$).
Después del impresionante Puente del Inca continuamos hacia el Cristo Redentor, una de las fronteras «naturales» entre Argentina y Chile. Lo impresionante de esta subida, a parte de las vistas desde arriba, es la carreterita por la que se sube. ¡Cuanto eché de menos mi quad en Argentina! Tuvimos suerte, no siempre se puede subir, sólo cuando no hay nieve y en esta época empieza ya a nevar.
Comimos en un lugar del camino (50$), todavía a una gran altura, en mitad de la nada, aunque decir eso aquí es no decir mucho, ya que casi todo está en mitad de la nada. El soroche o mal de altura, había empezado a afectarnos desde la subida al Cristo Redentor y nos hizo un poco molesto el tiempo de la comida. Por cierto, ¡vaya comida! ¡Como se come en Argentina!
Llegamos sobre las 19:00 a Mendoza. Habíamos tenido la precaución de llevar con nosotros las mochilas y así pudimos pedirle al conductor que nos dejara en la misma estación. Nos queríamos ir a San Juan, pero no habíamos reservado nada debido a que no sabíamos a que hora llegaríamos de la excursión. Pero no hubo problema, compramos un par de billetes de bus en el siguiente que salió para San Juan (2 x 18$).
Sólo un par de horas de bus y llegamos a San Juan. Bastante desorientados, confiábamos en nuestros amigos catalanes. Habíamos quedado en que ellos llegarían hoy a medio día a San Juan y buscarían una excursión al Valle de la Luna para mañana y un hostel. Sin embargo, decidieron no venir, nos enviaron un SMS indicando el cambio de planes: se iban directamente a Salta y quizá nos veríamos allí. Además un error en la interpretación del mapa de la guía Lonely Planet, nos hizo perder bastante tiempo andando en dirección contraria (pensábamos que estábamos en una estación, pero en realidad estábamos en otra).
Finalmente decidimos tomar un taxi hasta el hostel con mejor pinta de la Lonely (Hostel Fonda o algo así). El taxista nos timó. No fue grave, simplemente no puso el taximetro y nos dijo «a ojo» el precio: 9 pesos. Demasiado para una carrera de 10 minutos. Un tanto cabreados, paramos en la puerta del hostel y nos encontramos a unos trabajadores realizando obras en el local. Preguntamos y nos dicen que el hostel está cerrado y que han comprado ellos el local para montar una productora de TV. Nos cuentan su vida, pero nos dirigen hacia un pequeño hostal familiar dónde encontramos una habitación para esa noche (65$). Una habitación doble, con cama matrimonial y baño privado. Todo un lujo.
Aunque ya era muy tarde (sobre las 23:00) tratamos a la desesperada de conseguir una excursión al Valle de la Luna. Preguntamos por aquí y por allá, pero no conseguimos localizar a nadie. Me resulta curiosa la comparación entre Peru y Argentina. En Peru quieres algo a cualquier hora y lo consigues. Argentina es mucho más Europea en ese sentido. Puedes tratar de mover las cosas, pero fuera de las horas de oficina es complicado conseguir nada. En fin, nos quedamos mañana sin excursión, pero trataremos de conseguirla para el día siguiente, estamos dispuestos a sacrificar un día por ir al Valle. Por cierto, un taxista nos escuchó y nos dijo que nos llevaba por 300$ a los dos, ya que tenía que llevar un coche sólo para nosotros. Un hombre en la mesa de al lado saltó diciendo: «hombre, por 300$ los llevo también yo». Evidentemente no picamos.
Nos acostamos por primera vez en una habitación independiente y menos mal, ya que esa noche fue un poco dura para Nuria que tuvo problemas estomacales, probablemente por beber agua en Villavicencio.
esta no es villavicencio