Decir que teníamos ganas de viajar a Cuba sería poco. Hasta en 2 ocasiones anteriores se abortó un viaje a Cuba, una por culpa de una oferta falsa en un portal de viajes que no voy ni a comentar y otra en la cual una semana antes nos anularon el viaje e incluso nos indemnizaron. Ambos fueron intentos de viajar por una semana a La Habana que salieron mal, por lo que en esta ocasión decidimos pasar de paquetes organizados y nos planificamos un viaje de 30 días recorriendo toda la isla.

Por tanto, las expectativas eran altas y aún así, el país no nos defraudó ni un ápice. Cuba ofrece uno de los países con mayor diversidad de opciones para un viajero: cultura, fiesta, playas, montaña, selva, historia… y sobretodo, por encima de todas las cosas, un pueblo, una gente, tan maravillosa que será difícil olvidar todo lo que allí vimos y vivimos. Por supuesto, también tiene algunos puntos negativos, como son los llamados «jineteros» que para algunas personas pueden resultar francamente pesados.

La ciudad de La Habana nos enamoró en pocos días. Pasamos más de 8 noches allí y todavía tiene lugares que queremos visitar.
La ciudad de La Habana nos enamoró en pocos días. Pasamos más de 8 noches allí y todavía nos quedaron algunos lugares interesantes por visitar.

La llegada a Cuba

Nuestra imagen de Cuba, debido por una parte a la imagen que proyectan los turistas «normales» que viajan a la isla caribeña y por otra a la desinformación que a menudo vivimos sobre países considerados «hostiles» a los intereses de nuestros gobiernos, era la de un país subdesarrollado, muy precario, sumido en una pobreza extrema. Eso, para nosotros, se materializaba en África. Nuestra imagen de Cuba antes de llegar era la imagen de un país africano subsahariano, como Senegal, Kenia o Uganda.

Sin embargo, nada más poner un pie allí, nos encontramos con un aeropuerto «decente», una carretera bien asfaltada y un autobús repleto de personas bien vestidas, amables, educadas y más parecidas al estándar europeo que al africano. Había jóvenes que jugaban con sus teléfonos móviles, señoras leyendo el periódico y gente que charlaba amistosamente con su compañero de asiento.

Llegamos al hostel que habíamos reservado entre Centro Habana y el Vedado y lo mismo. Sí, había casas a las que le faltaba una mano de pintura o incluso unas horas de un albañil, pero no era una ciudad africana ni se le acercaba. Más bien, nos recordó a Panamá, dónde estuvimos unos meses antes. La misma sensación cuando salimos a cenar y descubrimos que la ciudad era una zona tranquila, sin ninguna sensación de inseguridad por la noche, al contrario que sucede en el resto de Sudamérica o África. En fin, que nuestra primera sensación al llegar a Cuba fue la de haber llegado a un sitio diferente al que nos esperábamos: un lugar mejor.

Un hospital cualquiera en una calle cualquiera, con gente normal paseando. Eso es la verdadera Cuba y no lo que nos habían pintado antes de viajar hasta allí.
Un hospital cualquiera en una calle cualquiera, con gente normal paseando. Eso es la verdadera Cuba y no lo que nos habían pintado antes de viajar hasta allí.

Las sensaciones tras los primeros días en Cuba

Una vez ya nos habíamos asentado en el nuevo país y empezamos a rascar en la capa de barniz que supone el «hecho turístico», fuimos descubriendo los diferentes elementos que configurarían nuestro viaje. Por encima de cualquier otro elemento, un viaje a Cuba supone un viaje antropológico, un viaje para conocer a los cubanos, un pueblo realmente diferente al resto de los pueblos que nos hemos encontrado en este mundo.

Hay muchos tópicos que se les atribuye a los cubanos, de los cuales unos son ciertos y otros no tanto, en diferente medida y siempre con el error que supone la generalización. Se dice que les gusta el baile y la fiesta, que son cultos, que son pícaros… En realidad, lo que más nos sorprendió es que fueran «diferentes». Son una singularidad, una mezcla de culturas únicas, junto con el factor de cambio social experimentado debido a los más de 50 años de gobierno socialista.

No es que sean cultos, es que nos dieron lecciones de historia, geografía, química… en muchas ocasiones. Lo mismo con la generosidad: ¡nos llegaron a invitar varias veces! Son acogedores hasta un grado sumo: nosotros ahora tenemos una madre en cada casa de Cuba en la que nos alojamos. Y así podría seguir con una decena más de adjetivos positivos que dejaré para otra ocasión.

Al movernos por Cuba descubrimos algunas cosas que ya esperábamos, como las increíbles playas que tienen y otras cosas que no sabíamos que existían, como los paisajes verdes que se ven en la mayoría del país, las junglas o las montañas.

Un concierto con el que nos encontramos en el Pabellón Cuba, uno de los lugares más recomendables de la zona de el Vedado.
Un concierto con el que nos encontramos en el Pabellón Cuba, uno de los lugares más recomendables de la zona de el Vedado.

La parte negativa

Todo tiene una parte positiva y una parte negativa. Dentro de la negativa están por supuesto «los cansinos», que aquí se llaman «jineteros», y que son aquellas personas que tratan de conseguir algunos ingresos extra de los extranjeros que llegan. Dentro de un ranking de «pesadez» global, desde luego los jineteros cubanos no son los que están más arriba en el ranking, les ganan por goleada los turcos, egipcios, indios y tantos otros, pero sí que es cierto que para mucha gente que viene a Cuba en un «paquete turístico» son más agobiantes que en otras partes del mundo ya que no existe una barrera tan grande entre los cubanos y los extranjeros como en otros países.

Otro de los elementos negativos es el tema de la doble moneda. ¿Tanto hubiera costado llamar a los CUC algo diferente a «peso»? A veces es realmente complicado saber en qué moneda se expresan las cantidades, si en moneda nacional o en CUC. Te dicen «esto cuesta 3 pesos» y, a pesar de que una moneda es 24 veces más cara que la otra, te cuesta distinguir cuanto vas a pagar. Y es que en Cuba puedes encontrar restaurantes que te cobren 5 pesos en moneda nacional por un plato de spaguettis y restaurantes que te cobren 5 pesos CUC por lo mismo.

Por otra parte, los cubanos son realmente espabilados y pillos. La picaresca para sacar algunos pesos extra es realmente sofisticada y logran engañar al más atento. Como reza el lema de los CDR, hay que llevar la guardia siempre bien alta. Aún así, a nosotros lograron timarnos en 3 ocasiones (una piscina, una comida y en una CADECA), aunque la suma total de lo timado no ascendió ni a 3 euros, pero te puede dar una idea de lo que podría pasarte en caso de no estar alerta. Conocemos casos de personas que pagaron más de 100 euros por una caja de puros que no vale ni 10, así que atentos.

¿Volveríamos a Cuba?

Volveremos a Cuba, yo no tengo dudas de eso. Es un país fascinante, con una historia reciente riquísima y que cambia rápidamente. Es uno de esos rincones del mundo dónde podríais buscarme si me pierdo, especialmente cuando Internet esté más generalizado y sea un poco más económico.

2 Replies to “Primeras impresiones de Cuba”

  1. Claudio says:

    Asi es Cuba y asi somos los cubsnos me gusta tu manera de hacer turismo

    Responder

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