26/03 – El circuito chico
La idea del día de hoy era simple: ir a la estación de autobuses, enterarnos de si existía un autobús de San Martín o Villa la Angostura a Mendoza (o combinación) y luego ir a visitar el Bosque de Arrayanes. Pues no. Algo tan sencillo como eso se hizo imposible. El autobús que nos llevaría a Villa la Angostura desde dónde poder visitar de forma barata el Bosque de Arrayanes y dónde viajaban nuestros amigos, salía a las 8:30. Sin embargo, en la estación de autobuses no apareció nadie que nos pudiera informar (ni de la estación ni de la compañía) hasta pasadas las 9:30. Mala suerte. No íbamos a poder ver el famoso bosque.
Además, nadie sabe si existe algún medio de transporte combinado (directo ‘creen’ que no) desde Villa la Angostura o San Martín hacía Mendoza. Nos recomiendan que tomemos un bus de Andesmar desde Bariloche. Resignados a esa posibilidad, preguntamos en la compañía cuando saldrá el próximo y, para nuestra sorpresa, no podrá ser hasta mañana. Después de haber estado viajando en autobuses medio vacíos todo el tiempo, resulta que nos tenemos que quedar otra noche en Bariloche. No pasa nada, vamos bien de tiempo, ya que tenemos algunos días extra acumulados. Finalmente compramos un billete para el día 27 a las 16:00 por 166$ cada uno (bastante caro, por cierto, aunque nos ahorramos una noche de hotel).
Regresamos al hostel y pagamos por una noche extra (60$). Dudamos un poco sobre que hacer con el día extra que tenemos en la ciudad. Una de las cosas que se recomendaban en diversos catálogos, foros y blogs para hacer en Bariloche era realizar el circuito chico. Había varias excursiones que podías contratar para realizarlo y estaba bastante bien de precio. Nosotros, sin embargo, por no tener que viajar con pesados guías y tener que ir al mismo ritmo que otra gente con una visión del mundo muy diferente a la nuestra, preferíamos realizar el recorrido por nuestra cuenta. Y acertamos. Nos gastamos en autobuses (que te dejan prácticamente en la puerta de los lugares a visitar) unos 14$ entre los dos. El primer bus lo tomamos directamente enfrente del hostel y cruzó toda la ciudad de Bariloche de cabo a cabo para llevarnos a Puerto Pañuelo.
Puerto Pañuelo es el típico embarcadero mixto que se utiliza con fines turísticos y deportivos. Allí mismo te venden por más de cien pesos una excursión para ir a ver el bosque de arrayanes. Vimos los precios y casi nos partimos de risa en la cara de la pobre vendedora. Pasamos un rato en el embarcadero, fuimos a ver el carísimo hotel Llao Llao desde donde se tienen unas bonitas vistas de los alrededores y tomamos un bus de regreso que nos dejó en un kilómetro concreto de la carretera dónde otro autobús nos recogería para ir a la Colonia Suiza.
La Colonia Suiza es otro mundo. Nos encantó. Es verdad que se trata de una pequeña parte de Suiza enclavada en medio de Argentina. El entorno es ideal para venirte una semana de acampada o alquilar una casita de madera y olvidarte del resto del mundo. Además, al estar orientada al turismo, existen varios restaurantes dónde puedes comer a buen precio. También tienen un mercadito de objetos hechos a mano, con mucha variedad y donde nos gastamos 32$ (aunque, eso sí, llenamos una bolsa de cosas).
Como era ya hora de comer elegimos uno de los restaurantes dónde anunciaban fondue de queso con postre por 27$ por persona. Y acertamos de lleno. La arquitectura del local era simplemente alucinante. Era un comedor a dos alturas todo realizado en madera y presidido por una enorme chimenea. La comida fue estupenda, tanto en calidad como en cantidad y el precio.. nada, comparado con lo que hubiera costado la misma fondue en Suiza. Un lugar más que recomendable si tenéis la oportunidad (preguntad por el restaurante de madera con una gran chimenea).
Salimos de allí con ganas de siesta, pero en vez de eso, decidimos andar un rato. Caminamos unos 6 kilómetros por un camino de tierra en el que además de quedar alucinados con los paisajes, fauna y flora del lugar, nos encontramos con numerosos reclamos turísticos: un criadero de truchas, una granja, etc. No entramos en ninguna ya que el paisaje era suficiente. Pronto nos cruzamos con la carretera y siguiendo el mapa que había en un poste subimos un poco (un kilómetro quizá) por la carretera para ir a un mirador, donde nos encontramos nosotros solos frente a los lagos. Cualquier foto o descripción sería inútil para describir el paisaje de cuento que se divisa, así que me ahorraré hacerlo.
Bajamos luego por la carretera y nos cruzamos con muchas otras atracciones turísticas en las que supongo que sólo la gente que va en coche suele parar: un puente que une dos lagos, una tienda de juguetes antiguos, varias tiendas de queso… Bajamos unos 3 kilómetros hasta el km 18 dónde se cruzan las carreteras y dónde pasa el autobús que nos llevaría al centro de Bariloche. Cansados y con mucho calor agradecemos la sombra de la parada de bus. El colectivo se demora bastante, pero finalmente llega y en 15 minutos nos transporta hasta el centro de la ciudad. Ahí terminó nuestra excursión ‘circuito chico’, totalmente recomendable.
Bariloche es una ciudad curiosa. Cuando empezamos a callejearla nos pareció conocida, familiar, como si ya hubiéramos estado allí antes. Luego la vimos totalmente diferente a cualquier otra, pero entrañable. Quizá sea porque es una ciudad eminentemente turística que está situada en un paraje absolutamente increíble. No se, pero os podéis imaginar como es: varios mercaditos de souvenirs y manufacturas, muchas tiendas de ropa de nieve y esquí, plazas y calles muy cuidadas… Por cierto, es más barato aquí comprar artesanía que en El Bolson.
Después de callejear y comprar más souvenirs en el mercado artesanal (21$) y camisetas en las tiendas de ropa (21$ la grande y 15$ la pequeña), nos pusimos a buscar un lugar donde cenar. Encontramos uno con un nombre sugerente ‘El Chiringuito’, donde entablamos conversación con el dueño que nos contó que había hecho algo de dinero vendiendo cuadros hechos con el dedo en España y que eso le había permitido abrir ese bar/restaurante. Y en honor a ello le había llamado ‘El Chiringuito’. El hombre se había recorrido media España, de feria en feria vendiendo cuadros. Por cierto, aparte de la conversación, la comida estuvo también muy bien y a muy buen precio: 30$ (el bar está junto a la plaza cívica).
Cuando terminamos de cenar, la noche ya estaba bastante avanzada, pero era muy agradable. Esperamos un buen rato al autobús que parece ser que baja la frecuencia por la tarde, pero finalmente apareció y nos llevó hasta nuestro albergue (2’6$). Nos acostamos pronto, pensando mañana en ir al Lago Gutierrez como única opción para poder asegurar que estamos en ‘casa’ a la hora de comer. El Bosque de Arrayanes es una opción muy tentadora, pero arriesgada.
Gastos del día:
332$ bus a Mendoza
60$ noche de hostel
14$ circuito chico en bus público
32$ souvenirs Colonia Suiza
54$ comida
21$ souvenirs Bariloche
36$ camisetas
2$ bus Bariloche-estación de bus
Total: 551$
One Reply to “Crónica: Argentina (X)”