7/12 – Empieza el cansancio
Desayunamos algo que habíamos comprado unos días antes, ya que no se incluía el desayuno (aunque había algo de comida que otros viajeros se habían dejado en la nevera). Nos despedimos y salimos a dar una vuelta después de dejar las maletas en el maletero del coche (aprovechamos al máximo tener parking en el «hotel»).
Nuremberg no da para mucho. Realmente habíamos venido más que nada por ver los edificios históricos relacionados con el nazismo, pero al estar cerrados, la ciudad se nos quedó corta. Además, llovía a ratos, así que la sensación era de agobio, o como definió Nuria «estoy mejor en mi casa».
Visitamos el mercado de navidad, que es bastante interesante, ya que es muy grande y tiene casetas temáticas y representantes de distintos países (aunque, como siempre en los mercados de navidad, todo es muy caro). Las plaza del casco antiguo son bonitas y las iglesias que están abiertas (muchos edificios y museos estaban cerrados) son más o menos como en el resto de Alemania. Es interesante el castillo que está en la parte alta de la ciudad. Allí hay un YHI que ocupa el lugar donde estaban las antiguas caballerizas. Es un poco más caro que el Lette’m Sleep, pero quizá valga la pena por dormir en un lugar histórico singular.
Hacía las 12:00 decidimos que vamos a comer cualquier cosa (en plan almuerzo) y que nos vamos a ir (4€). Llenamos el deposito antes de salir (37€). El viaje se hace muy pesado. Llueve y estamos cansados. Tardamos 2 horas y media en llegar a Frankfurt y tenemos «suerte» porque encontramos el hostel a la primera. Pongo suerte entre comillas porque la suerte nos la buscamos cuando durante el viaje estuvimos estudiando el mapa de Frankfurt (os lo recomiendo). También tenemos suerte al aparcar, ya que encontramos un lugar relativamente cerca del hostel (a pesar de que dicen que Frankfurt es una ciudad intratable).
Cogemos dos camas en habitaciones separadas (53€). La de Ivan cuesta un poco más cara, puesto que no quedaban habitaciones de 12 personas que son las más baratas. El hostal no estaba mal, pero tenia los mismos problemas que todos los YHI (habitaciones separadas, ambiente «adolescente», etc). El hostal estaba llenísimo, sobre todo de grupos de gente de institutos alemanes que estaban de excursión en la ciudad. Los baños eran particularmente incómodos, ya que se necesitaba una llave de una habitación de chicos para entrar en el baño de chicos e ídem para las chicas. Esto unido a que el baño de chicos estaba en una planta diferente a la habitación de Ivan y el baño de chicas estaba en otra diferente, era un gran incordio (de otro modo, si a mitad de noche te entra ganas de ir al baño te puedes «colar» en el del otro sexo, así tienes que subir y bajar escaleras).
Dimos una vuelta por el centro, que no estaba lejos. Vimos el mercado de la navidad, una iglesia y la famosa «sky line» de Frankfurt y nos volvimos al hostel bastante pronto. Estábamos cansados, así que decidimos no salir a cenar aprovechando que había un pequeño restaurante en el propio albergue. Cenamos muy bien por no mucho dinero (5’60€). Nos acostamos pronto.