6/12 – Munich
Nos levantamos un poco tarde (sobre las 9:00). Después de una ducha y del desayuno (incluido en el precio) dejamos las cosas en la consigna y salimos a dar una vuelta. Visitamos el centro callejeando sin un orden en concreto. El centro es precioso, me recuerda un poco a Toledo, con un montón de edificios de distintas épocas y estilos todos juntos, reunidos en un pequeño centro histórico. Además, el ambiente navideño, con los puestos del mercado y todas esas luces creaban una preciosa estampa navideña (eso sí, sin nieve).
Hay bastante que ver en Munich, por lo menos hay para dos días a un ritmo normal. Nosotros visitamos lo más importante que encontramos en el centro: las catedrales y principales iglesias, el ayuntamiento, las plazas… A las 12 en punto estamos enfrente del ayuntamiento para ver el famoso carillón medieval dónde dos caballeros a lomos de sendos caballos se pelean con resultado incierto (dicen que hay gente que incluso apuesta). Después de el largo carillón (más de 10 minutos), subimos a la torre del ayuntamiento dónde contemplamos toda la ciudad (2×2€). Al bajar, nos refrescamos con una coca-cola (1.5€) justo antes de comer en un McDonnals (5€).
El tiempo empeora un poco después de comer. Nosotros queremos subir al anochecer al campanario de una iglesia que está justo al otro lado de la plaza, frente al ayuntamiento. Encontramos un famoso bar dónde siempre es como si fuera «October Fest», con las típicas camareras disfrazadas, la gente consumiendo grandes cantidades de cerveza, etc. El tiempo empeora por momentos y decidimos volver rápidamente para visitar la torre (2×1€ con carnet de estudiante) y volver al albergue para salir hacia Nuremberg. La torre tiene un montón de escalones, son casi 20 pisos (no recuerdo exactamente el número). Llegamos arriba cansados, miramos las vistas y esperamos media hora hasta que oscurece. Las vistas nocturnas son preciosas, vale la pena subir por la noche. Si sólo queréis subir a una de las torres, yo recomendaría subir a esta, puesto que se ve lo mismo y además se puede ver el magnifico edificio del ayuntamiento. Además es más barato y hay menos gente.
Volvemos al albergue raudos bajo la lluvia. cogemos las maletas de la consigna y vamos hacia el coche. Nos hemos mojado bastante, pero la calefacción del coche hace milagros. Desgraciadamente pillamos un buen atasco saliendo de Munich, nada extraño en una gran ciudad.
En dos horas nos plantamos en Nuremberg. Seguimos los carteles de Zentrum hasta que nos encontramos con las murallas de la ciudad. Buscamos aparcamiento fuera de las murallas y salimos a buscar un hostel que hemos encontrado en la Lonely Planet («lette’m sleep”). Una chica muy simpática nos explica todo lo que hay que saber y decidimos quedarnos a dormir allí en una litera (2×18€). Nos instalamos en una habitación grandísima con 12 camas en la que estamos solos. El albergue es de los típicos ingleses: dormitorios mixtos con literas, baños fuera de la habitación (separados por sexos, aunque como no había casi nadie daba igual ir a uno u otro), una habitación común con acceso gratuito a Internet, libros y juegos, una cocina equipada dónde puedes prepararte tu propia comida y parking gratuito (si no se llena) en la parte trasera. Lo único malo es que no incluye el desayuno. Ya que tenemos la posibilidad de aparcar en el «backyard», aprovechamos que todavía no es hora de cenar para acercar el coche (que dudábamos que estuviera bien aparcado).
Una vez tenemos solucionado el lugar dónde dormir y sabemos que el coche está bien aparcado, salimos a cenar. La primera sorpresa es que todo está cerrado (excepto restaurantes muy caros). Al final encontramos un lugar dónde venden salchichas y un McDonnals abiertos, así que los combinamos para formar una buena cena: 3 bocatas de salchichas (por cierto, aquí las salchichas se parecen mucho a nuestras «longanizas») y dos coca-colas (5’6€ + 2€).
Ya cansados, regresamos al hostal, donde hacemos una parada en la sala común para navegar un rato por Internet (queríamos visitar los lugares donde los nazis construyeron las grandes obras arquitectónicas que dieron tan mala fama a Nuremberg durante ese periodo, pero resulta que no están abiertas al público en general y que sólo se pueden realizar visitas guiadas los domingos).