
Regalar algo a otra persona es una de las formas más antiguas de demostrar afecto. Cuando viajamos, nos encontramos con la oportunidad perfecta para hacerlo a través de los souvenirs de viaje. No se trata solo de un objeto cualquiera, sino de algo que simboliza el destino, su cultura y, sobre todo, el pensamiento que tuvimos hacia esa persona en el momento de elegirlo. Un imán, una figura artesanal o incluso un dulce típico pueden convertirse en una manera de decir «me acordé de ti mientras exploraba este lugar».
Pero los souvenirs de viaje no son solo para los demás. También los compramos para nosotros mismos, como una forma de atrapar en un objeto físico la memoria de nuestra experiencia. Un pequeño amuleto, una postal o una prenda típica pueden transportarnos instantáneamente al destino, evocando los olores, sonidos y emociones que sentimos en ese momento. Cada vez que miramos ese recuerdo en casa, revivimos la sensación de haber estado allí, de haber formado parte de un lugar que, de algún modo, nos ha transformado.
Más allá de los imanes y camisetas, el mundo está lleno de souvenirs de viaje raros y curiosos. En Japón, por ejemplo, se pueden comprar sellos personalizados con tu nombre en kanji, utilizados tradicionalmente para firmar documentos. En Islandia, es posible llevarse un frasco de ceniza volcánica como testimonio de la fuerza de la naturaleza. En ciertos mercados de México, se venden pequeñas botellas con agua bendita de iglesias famosas, un recuerdo con significado espiritual para muchos viajeros.
Otros souvenirs de viaje pueden ser incluso más extravagantes. En Tailandia, algunos turistas adquieren insectos comestibles envasados al vacío como un regalo fuera de lo común. En Escocia, las ovejas son tan icónicas que algunas tiendas venden pequeños trozos de lana con certificado de autenticidad, asegurando que provienen de ovejas autóctonas de las Highlands. En Alaska, es común encontrar jabones hechos con leche de alce, un producto tan inusual como representativo del lugar.
Los souvenirs de viaje también reflejan la creatividad y las tradiciones locales. En Sudáfrica, algunas comunidades elaboran joyería con cáscaras de avestruz, mientras que en Australia se pueden encontrar bumeranes pintados a mano por artistas aborígenes. Estos objetos no solo cuentan una historia, sino que también apoyan la economía local y mantienen vivas las artesanías tradicionales.
Al final, los souvenirs de viaje son mucho más que simples objetos. Son fragmentos de experiencias, símbolos de recuerdos y testigos de nuestras aventuras. Ya sea para regalar o para quedárnoslos, cada souvenir tiene el poder de transportarnos a otro lugar con solo mirarlo. Y eso, en definitiva, es lo que hace que cada viaje perdure en nuestra memoria.
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Tema principal: Truth and Beauty por audiotechnica (ccmixter)
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