5/12 – Día de suerte

Si el día anterior había sido duro, este no se quedaba atrás. Nos levantamos, desayunamos copiosamente y salimos. Nuestra primera parada es Konstanz, al sur del lago Constanza que separa 3 países (Austria, Alemania y Linchestein). Dudamos si ir a Konstanz o no, porque si pasábamos por el sur del lago tendríamos que entrar en Austria para continuar hacia el este. En el último segundo decidimos ir y acertamos de pleno: Konstanz es una ciudad que vale la pena visitar y además tiene un ferry que cruza el lago rápidamente y es barato.

Estamos en Konstanz en 2 horas. Dejamos el coche en la zona azul (1,50€), fuimos a la Tourist Info donde nos explicaron que hacer y nos pusimos a pasear por el centro. El centro de la ciudad es preciso, con fachadas pintadas con frescos, callejuelas estrechas, y ese aire de ciudad medieval tan característico. Hacemos unas cuantas compras (8€) y almorzamos (2€). Hacia las 12:00 volvemos al coche y salimos hacia el ferry. Subimos en el barco (9’50 €) que en menos de 5 minutos parte. El viaje dura unos 20 minutos que dedicamos a hacer fotos del lago.

Continuamos sin parar (ni perdernos) hasta Fussen. Una vez allí es fácil encontrar los castillos, está bien indicado. Todo lo que hay cerca de los castillos está pensado para sacar el dinero a los visitantes. Dejamos el coche en un parking de pago (después de algunas dudas) puesto que es la única posibilidad (4€). Compramos las entradas para el castillo de Neuschwanstein (2*8€). Subimos corriendo al otro castillo (el de Hohenschwangau dónde, según el folleto, se tardaba 20 minutos en llegar, pero nosotros lo hicimos en menos de 5). Hacemos fotos y salimos corriendo hacia el otro castillo (íbamos pillados de tiempo, pues en la entrada viene marcada la hora de entrada). Decidimos subir en bus, lo cual fue un acierto, aunque la bajada hubiera sido mejor hacerla a pie o en caballo. La parada de bus estaba llenísima de gente debido a una excursión de japoneses. Nos colamos descaradamente (5’60 €). Se hace eterna la subida… Saltamos del bus en cuanto para y corremos hacia el castillo. Llegamos con tiempo de sobra y aprovechamos para comernos los bocadillos que habíamos preparado en el desayuno.

La visita al castillo se hace a las 15:35, con puntualidad británica (bueno, alemana). Nos hacen pasar los primeros, nos dan una audio-guía y nos dejan solos siguiendo el camino marcado por dentro del castillo. La visita es interesante, vale la pena pagar los 8 euros. Cuando termina la visita vamos hasta el puente para hacer las mejores fotos del castillo. Bajamos en el bus hasta la plaza principal. Intentamos llamar a Munich para averiguar como encontrar el albergue, pero no hay manera. Lo de la telefónica aquí es peor incluso que en España.

Paramos en Fussen (1€ parkimetro), visitamos el casco antiguo rápidamente y salimos hacia Munich. Llenamos el deposito de gasolina (43€). Nos perdemos completamente cuando buscábamos la carretera principal. Paramos el coche para mirar el mapa y una señora que nos vio paró su coche, se acercó y nos preguntó dónde queríamos ir. Le dijimos que buscábamos la autopista y en vez de indicarnos, nos dijo: «mejor seguidme», y nos llevó hasta nuestra carretera a través de un polígono industrial. Para que luego digan que los alemanes no son amables.

En un par de horas estamos en Munich, pero nos cuesta bastante encontrar el centro (Zentrum). Por casualidad, cuando ya estábamos cerca del centro, vemos un gran albergue juvenil (no de la red YHI) y decidimos buscar aparcamiento por allí. Tenemos la increíble suerte de encontrar una calle dónde podemos aparcar justo al lado del hostal. Sacamos las cosas del coche y vamos a registrarnos bajo una fina lluvia (32€). El hostel está muy bien, es el típico bed and breakfast con habitaciones grandes mixtas y baño en suite. Tiene un montón de habitaciones distribuidas en varias plantas y además está muy cerca del centro. Por cierto, en el sótano tiene una preciosa sala de juegos.

Salimos corriendo pues hoy juega un importantísimo partido el Barça contra el Berden Bremen. Buscamos desesperadamente un bar dónde retransmitían el partido. Encontramos un restaurante turco dónde tienen una pantalla de plasma muy grande. Cenamos un par de kebaps y unas coca-colas (12 €) y vemos todo el partido sin celebrar los goles (2-0).

Salimos contentísimos del bar y hacemos una primera visita rápida de Munich. Nos gustó muchísimo a primera vista, pero estábamos cansados y llovía un poco. Nos equivocamos de camino (un poco de mala suerte para empañar el día) y tenemos que volver sobre nuestros pasos para evitar algunas zonas… sombrías. Nos acostamos más tarde que nunca (casi a la media-noche).

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